Mejor, caretos

SON POCAS las dudas sobre lo mejor que iría el mundo sin Bush. Podrá sonar a demagogia de garrafa, pero es lo que hay. De no ser así, no se entendería el muy exagerado interés de varias cadenas españolas por dar en directo el primer cara a cara entre el presidente actual y el aspirante Kerry. A las tres de la madrugada, La Primera, Tele 5 y Antena 3, conectaron con Florida. Era la constatación clara de que el mundo se juega mucho en las presidenciales de noviembre en Estados Unidos. Seguro que pese a la hora, habrán obtenido unos satisfactorios índices de audiencia. Visto el debate, Kerry dominó a Bush. Hasta ahí todo fantástico. Filtradas las exigencias de sus equipos para que las cámaras les trataran con cariño (algunas de ellas, mamarrachadas), vayamos con su imagen, pues a fin de cuentas 90 minutos de tele dan para mucho. Sinceramente, son unos caretos. Dicho con respeto al común de los mortales, que de clones de Brad Pitt y David Beckham o de los ya maduros Newman y Robert, tampoco anda el mundo sobrado. Bush, con esa mirada en el límite de la inteligencia, un sombrero, un colt y una camisa a cuadros con chaleco, sería miembro de una banda en el Far West. Kerry, con capa negra de cuello alto, maquillaje blanco con lentillas rojas y unos colmillos, sería Drácula en versión Christopher Lee. Claro que, preferible un mordisco en el cuello a un tiro en el estómago.