El equipo de arqueólogos e historiadores que investigan la edificación revela la ubicación exacta de Palat del Rey
Los condes de Luna crearon su palacio sobre las dependencias reales del siglo X
La plaza del mercado era el patio de armas en el que se organizaban las tropas para la batalla
La familia Quiñones, después condes de Luna, edificó su palacio, ampliado y reformado durante generaciones, sobre las dependencias reales que dieron nombre al barrio en el que se asienta, Palat del Rey. Esta es una de las principales conclusiones del equipo de arqueólogos e historiadores que a lo largo del verano han escarbado en las paredes y suelos de las ruinas del palacio del Conde Luna, intentando leer entre una maraña de enfoscados, puertas abiertas en muros y ventanas cegadas, la historia de una construcción que está a punto de salvarse de una ruina que parecía inevitable. Los hallazgos permitirán conocer con más detalle una de las más apasionantes etapas de la historia leonesa, antes de que se lleve a cabo la proyectada restauración del edificio. El equipo que durante el verano ha librado al palacio de su herencia de fruterías y almacenes está formado por los arqueólogos Victorino González, Fernando Miguel Hernández y José Luis Cortés; la experta en historia medieval Margarita Torres, una delineante y diez operarios. Más de cuarenta contenedores de escombros salieron del interior de esta parte del palacio, con la que «la historia no ha sido muy generosa últimamente», según explican los especialistas. Después de vivir antiguos tiempos de gloria, el palacio del Conde Luna padeció la tristeza de ser sede de la Inquisición, y ya en el siglo XX fue café cantante, funeraria, almacén de frutas, de botijos,... Y casa de vecinos. Casa de vecinos De hecho, parte del palacio está ocupada aún por dos casas de vecinos contiguas a las instalaciones que ahora se recuperan. Se sabía que fueron los Quiñones quienes construyeron el palacio a partir de 1388, pero ahora los expertos desvelan que antes de esta obra, mucho antes de la fachada gótica y los elementos renacentistas, en este ángulo suroeste de la muralla tardorronana se ubicó el palacio que acogió las andanzas de once reyes leoneses. El palacio real ocuparía en realidad una gran extensión, además de la del edificio en sí. Las dependencias se extenderían desde la calle Cardiles y la puerta Arco del Rey a la plaza del Conde, sería un recinto cuadrado que terminaría a la altura de la plazoleta donde se ubica la Bodega Regia. En el centro, en el lugar que hoy ocupa el Mercado del Conde, el patio de armas, donde se organizaron los ejércitos que protagonizaron algunas de las hazañas de aquellos siglos. Alrededor, silos para el grano con el que alimentar a vasallos y animales, paneras, cuadras, acuartelamiento para la escolta del rey, dependencias para los criados, oficinas estatales, espacio para la recepción de los huéspedes,... Ya en la documentación de los siglos XII, XIII y XIV se denomina a la zona que ocupa el actual palacio «so las cámaras del rey» (bajo las habitaciones del rey). Un centro de poder que siguió ejerciendo enorme influencia durante siglos a través de las familias nobiliarias que se fueron emparentando bajo las armas que ahora salen a la luz en las paredes olvidadas de los desvencijados restos del palacio leonés.