Los vestidos

ELLOS lo tienen más fácil porque les basta con un traje, aunque pocos (mejor, ninguno) se arriesgan a prescindir del corte y los colores clásicos para salir de otra manera. Con ellas y sus vestidos, la cosa cambia. Hablamos de quienes ejercen la política en puestos relevantes que les obligan a un permanente contacto con las cámaras. Un presidente o un ministro pueden elegir un único modelo de traje y color, que la retina del espectador optará por la indiferencia. Con ellas es distinto y se supone que este capítulo es un plus de preocupación frente a sus homónimos varones. Mírese a la vicepresidenta Fernández de la Vega, a la que se nota muy sensibilizada en el tema. La cosa se agrava si el área de tu ministerio tiene un programa en televisión, que te obliga a aparecer con frecuencia, al generar noticias de forma continuada. Como Agrosfera, centrado en la agricultura y la ganadería que da La 2 en su matinal sabatino. El sector hierve porque tiene sus problemas, y Elena Espinosa, ministra del ramo, salió en torno a media docena de veces, se supone que en cortes de diferentes días de la semana. Apenas varió su peinado, pero si su vestuario, siempre o casi siempre distinto. En una hora de tele, es suficiente para no pasar desapercibido. Parecerá una chorrada, pero ahí se confirma que algo tan normal como un vestido, pasa a ser objeto de atención y, si se tercia, hasta de crítica. La esclavitud de la imagen.