El pulso de la vitalidad creadora
La renovación arquitectónica que vive León en la última década se está traduciendo en una transformación que impulsa el dinamismo social, cultural y también económico
Hace apenas una década la ciudad estaba estancada en el miedo al cambio arquitectónico. En poco más de diez años una auténtica revolución ha sacudido las calles y espacios leoneses. Hoy el optimismo y la vitalidad reinan en el urbanismo y la arquitectura locales. El Musac es la sonrisa abierta de esta renovadora urbe. Una dinámica generación de arquitectos y urbanistas ha dado forma a esta ciudad que respira nuevos aires, de la mano de la arquitectura, pero mirando más allá de los edificios. Mucho más allá. La revitalización es también social, económica y cultural. Los proyectos de edificios singulares realizados en la provincia acaparan las más importantes distinciones a nivel nacional e internacional. Profesionales como Luis Mansilla y Emilio Tuñón, o Belén Martín Granizo y Daniel Díaz Font han visto reconocida ampliamente su creatividad, a pesar de su juventud. Pero no son los únicos. La innovación se ha contagiado, y ha permitido a una generación de arquitectos que desarrollan su actividad en León llevar las novedades al mundo de la edificación, más allá de los rompedores proyectos de edificios públicos. Desde una posición privilegiada en este sentido, León contempla los mensajes del Día Mundial de la Arquitectura, declarado por la Unesco el 4 de octubre, y cuyos actos se prolongan a lo largo de toda esta semana: una arquitectura bella, pero socialmente responsable. El futuro acaba de comenzar. Desde que los andamios desvelaron el universo de cubos que conforman la fachada del Auditorio, este edificio, que vino a remover los pilares de la imagen de la ciudad, no ha hecho sino cosechar reconocimientos y premios. Uno de los últimos, el Premio Nacional de Arquitectura. Casi en un tiempo récord, la imagen exterior, pero también el concepto interior de esta creación, han sido asumidos por los leoneses como algo propio. Múltiples reconocimientos han recogido también los edificios centrales del Campus de Ponferrada, creación de Martín Granizo y Díaz Font, el último de ellos la semana pasada, mención especial de la Bienal de Jóvenes Arquitectos de la Fundación Camuñas. Antes siquiera de que las obras estén terminadas, el multicolor Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac) está ya expuesto en la cita más importante de la arquitectura a nivel mundial: la Bienal de Venecia. También es admirado en la exposición Metrópolis , que recoge la vanguardia arquitectónica en Lille, Ciudad Europea de la Cultura. Son tres de los ejemplos más llamativos, y más premiados, de la creatividad arquitectónica que se está asentando en León, pero no son los únicos. «La revolución se viene gestando desde hace tiempo, pero ahora comienza el reconocimiento de esta tarea, de la realidad arquitectónica leonesa», explica Rafael Santamaría, presidente de la Delegación del Colegio Oficial de Arquitectos de León. «Los grandes premios destacan las obras más vistosas, pero la creatividad está en muchas otras partes, incluso en las edificaciones residenciales». Las distinciones recibidas por Juan Carlos Ruiz, Encina Blanco, José Antonio Lozano, Eloy Algorri o Ricardo Alonso, entre otros, son buena muestra de ello. Un potencial arquitectónico el local que ahora comienza a ser reconocido, y que tiene mucho camino por delante. «El movimiento arquitectónico está triunfando, pero aún es incipiente», destaca Santamaría. Una apuesta inteligente La posición desde la que observan este cambio de pulso en la ciudad Luis Mansilla y Emilio Tuñón es privilegiada. No sólo porque su obra (Auditorio y Musac) es la más llamativa, sino porque como madrileños han visto esta transformación desde fuera, aunque no sin implicación. «Cuando llegamos, hace diez o doce años, había en la ciudad una sensación de que cualquier cambio sería para peor, así que mejor nos quedábamos como estábamos. Eso no fue así, pero ni siquiera deseándolo se puede uno anclar en el pasado», recuerda Mansilla. Hoy detecta una contagiosa ilusión colectiva. El arquitecto madrileño reconoce que la apuesta de la ciudad, en su momento, fue decisiva. «Paralelamente, un conjunto de profesionales están realizando edificios con una calidad arquitectónica estupenda». Pero los arquitectos no contemplan su obra como algo aislado. «La arquitectura tiene un valor social de cohesión, hace que la gente se identifique con su ciudad. Existen unas necesidades y se plantean unas situaciones, que en los últimos años en León han sido de gran dinamismo. Y lo que queda, con proyectos como el concurso de la azucarera, por ejemplo. Hay que reconocer que pocas ciudades tienen actualmente esta vitalidad arquitectónica», comenta Mansilla. Una inversión rentable «En principio la arquitectura puede parecer una cuestión estética, pero a la vez en un hecho social, económico y cultural. En el caso de León, desde que se inició esta revolución hay más conciertos, más actividades culturales. Y se genera más dinero. Pero, sobre todo, se percibe un optimismo que hace que la ciudad se sienta diferente. Y este es el valor de la arquitectura, el grito de optimismo que lanzamos desde el Musac». Una lección que, en opinión del arquitecto madrileño, se ha aprendido de Europa. «La primera piedra de toque fue el Guggenheim, que ha sido la inversión más barata que se ha hecho en España, porque la revolución social y económica que ha tenido era impensable entonces. En León está ocurriendo una apuesta similar, aunque a menor escala». Para el autor, junto con Tuñón, de los dos proyectos más representativos de la imagen actual de la ciudad, «los arquitectos somos como directores de orquesta, porque tenemos que lograr que un edificio cumpla sus funciones adecuadamente, pero a la vez que tenga capacidad de hacer ciudad». Esta es la intención del Auditorio Ciudad de León, al cerrar una plaza presidida nada menos que por el Hostal de San Marcos; o de esa especie de foro ciudadano en el que pretende convertirse la plazoleta que da acceso al Musac. «La arquitectura adopta así valores de llamada, para propiciar encuentros sociales y hacer ciudad. Desde luego, hacer buena arquitectura es una gran inversión». En esta concepción de la arquitectura como un aglutinador del espíritu completo de la ciudad coinciden también Daniel Díaz Font y Belén Martín Granizo. «Sin duda León está viviendo una transformación arquitectónica, pero no es un proceso único, sino que se enmarca dentro de la evolución general de la sociedad española de recuperar las ciudades mediante operaciones humanizadoras. En León se está llevando a cabo con especial brillantez». Una transformación que, «en un marco adecuado, será capaz de revitalizar la ciudad no sólo físicamente, sino anímicamente». Los dos arquitectos, que tienen en León el estudio DMG arquitectura, y con otras obras de prestigio en la provincia (Caiss de Ponferrada, Eren, Centro Tecnológico del Ildefe, Escuela Oficial de Idiomas,...) destacan como excepcionales algunas de las obras realizadas en León, y apuestan por la arquitectura de vanguardia. «No toda es buena, pero responde a una búsqueda de mejora, al riesgo por innovar». Polémica o no, el objetivo es la búsqueda «de mejores maneras de hacer ciudad y lugares para vivir». Renovación, mejora, prosperidad,... La arquitectura se ha convertido en uno de los grandes motores sociales y económicos de la ciudad. 1397124194