«En el País Vasco hay cientos de miles de quijotes que luchan contra el molino del nacionalismo»

-¿Qué tipo de locura tendría el Quijote si viviera en estos días? -Hay muchos quijotes actualmente, contra lo que la gente piensa; y quijotes nobles. Muchas veces se da a lo quijotesco un matiz levemente peyorativo, cuando se trata de un hombre enormemente sensato. Y quijotes hay ahora muchos por todas partes. En el País Vasco hay cientos de miles de ellos, que están amenazados pero no se van; que se mantienen firmes en su lucha contra el nacionalismo, un verdadero molino de viento de los tiempos actuales que lleva por delante a todo el que se le acerca. Son muchas las gentes que se enfrentan a él y que se quedan al lado para realizar su utopía. Quijote es también un juez que de pronto decide procesar a un ex dictador que está tan campante en su tierra y sus mansiones. Incluso en el ámbito familiar, y cotidiano, siempre que hay alguien que se pone al lado del débil, de un niño, de una mujer, de un anciano o de un pobre. Siempre que hay alguien que está a su lado, ese es un quijote. No hace falta hacer nada extraordinario para serlo. -Da la sensación de que, en el siglo XXI, el hidalgo no hubiera llevado a cabo sus aventuras sin que le encerraran. -No necesariamente, de hecho extisten otras muchas represalias. A don Quijote no le llevan a la cárcel, pero se ríen de él, le desdeñan,... Y al final acaba todo el mundo reconociendo que en el fondo le aman, que la imagen que hay detrás de don Quijote, la utopía, es realizable. De hecho, los personajes de mi novela terminan asumiendo el ideal caballeresco de don Quijote, y quieren que no se acabe en él. Al principio no le comprenden muy bien, pero tras su muerte, a medida que va pasando el tiempo, se dan cuenta de la gran pérdida que han tenido en sus vidas, comprenden mucho mejor a don Quijote, hasta el extremo de terminar asumiendo todo el ideal utópico que el caballero defendió durante toda su vida.