Diario de León

Demasiada rapsodia y poco Quijote

La Orquesta Nacional de Lorraine presentó en el Auditorio Ciudad de León un programa monolítico y plúmbeo

Un momento del concierto de la orquesta de Lorraine en el Auditorio

Un momento del concierto de la orquesta de Lorraine en el Auditorio

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

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No es la primera vez que desde estas líneas comentamos el poco cuidado que algunas formaciones orquestales ponen en la elección de sus programas y por ende el poco criterio selectivo que los directores artísticos de salas de conciertos muestran a la hora de elegir o rechazar estos menús que les ofrecen. El que una orquesta de casi 90 profesores, como es la Nacional de Lorraine se presente en el Auditorio o en cualquier sala de audiciones con un programa hecho con retales, demuestra que, o no se molestan en preparar obras de mayor calado para exportar o lo que quieren es apuntarse al carro del oportunismo más subalterno para vendernos las propinas que en su tierra serían capaces de insinuar si quiera. Con la disculpa de la conmemoración de turno -léase ahora Don Quijote- piensan y, al parecer les da resultado, que pueden colocar aquí y allí determinadas obras aprovechándose de ese escaso criterio selectivo del que hacen gala los programadores, y de la bondad y tragaderas de un público ávido de música y de «enormes formaciones», que siempre responde con muestras de aprobación con tal de que las hayan escuchado antes y les resulten esas obras familiares. Entonces todo vale. Pero si en realidad lo que queremos es que en el Auditorio se vea y se escuche lo mejor que circula por el mundo, como ha venido siendo hasta ahora, entonces por favor, señores programadores, muéstrense más exigentes o rechacen menús poco suculentos para el cubierto y el lugar donde se sirven. Del concierto del pasado viernes con la mencionada orquesta, sobró la mitad, incluido el esperado y regularmente tocado Bolero (con pifias en el fagot considerables), y se echó en falta alguna obra de mayor entidad, de mayor peso. ¿Por qué no el Don Quijote de Strauss, o los hermosísimos Tres epitafios para las sepulturas de Don Quijote, Dulcinea y Sancho Panza, de Rodolfo Halffter, el Don Quijote velando las armas, de Gombáu, o la Evocación y nostalgia de los molinos de viento , de Conrado del Campo, en lugar de tanta gabachada soporífera?. Del concierto decir que la orquesta sonó bien, salvando algunos desajustes en las dinámicas, con un excelente barítono que cantó con gusto, buena línea y correcta vocalidad las miniaturas el Don Quijote de Ibert y sobraron tanto la Alborada como el citado Bolero, que debieron ser sustituidas por obras de mucho más calado, dado que la orquesta tenía suficiente contingente para tocar hasta el Hombre dela Mancha. Para el olvido.

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