Empecinamiento inútil

FALTAN sólo dos años para que se cumplan setenta del comienzo de la guerra. Casi un siglo después seguimos empecinándonos en buscar culpables y saldar deudas cuyos acreedores han postergado por el olvido, el perdón o la muerte. Recuerdo de manera muy clara una entrevista a Margarite Duras. En un momento de la conversación, el periodista comenzó a hablar de los crímenes perpretados por los nazis durante la Segunda Guerra. Duras, con voz indignada, destacó de manera tajante: «¡No se puede hablar de nazis, eran alemanes!». Es una simple anécdota, pero que me conduce a la categoría. Llevamos demasiados años aquí como para ser tan naif como Duras. La iniquidad está sólo en las personas. Las ideas, la religión, los matices con los que adornamos la vida son sólo las armas que usamos para justificar lo que hacemos. La bondad y la maldad no son patrimonio de ningún bando, y hasta que el resentimiento no se apague, habrá que seguir recordando las fechas.