OPINIÓN
Si vuelvo atrás los ojos aún recuerdo
NO PUEDO ahora escribir sobre él en pasado. Aún no. Por eso gritaré con rabia que Antonio González-Guerrero (Corullón 1954-Madrid 2004) es uno de esos poetas vocacionales, iconoclastas, heterodoxos, libertinos, gamberros y minoritariamente imprescindibles que León exporta al mundo de vez en cuando. No pasa desapercibido. Sus modales cultivados, su mirada impregnada de cierto realismo mágico y esa sonrisa de luna menguante hacen de él alguien tan distinto como todo lo que merece la pena recordarse. Sus días son un elogio del placer; sus noches una elegía del instinto. Y escribe para que le quieran. Y quiere para bien vivir. Toñín González-Guerrero bebe cerveza Guinness como quien brinda con malta de pastores. Lo hace en los baretos de Malasaña o por los pubs de Chueca, allá en Madrid, tal vez para exteriorizar cierta nostalgia de su Bierzo celta porque, como nos enseña en su libro Poemas del Corazón Ausente : «Los hombres sin raíces tienen el vuelo corto/ como un gallo». Bebe y vive porque en el poema de su existencia esos dos verbos suenan casi igual. Al recordar produce mitología. Al avanzar mira a la eternidad.Acabo de dar a imprenta una antología de la obra de Antonio González-Guerrero que he realizado junto con mi amigo Gonzalo González Laiz. Ésta lleva el oportuno título de uno de sus versos: Si vuelvo atrás los ojos aún recuerdo . Sin embargo ahora, cuando Carmen Busmayor me ha llamado para darme la noticia de que Toñín ha muerto he sentido una gran rabia porque me ha dado por pensar que dicha antología cuando se publique llegará tarde. Sin embargo otro amigo, el que fuera mi profesor José María Balcells, me ha hecho entender que no, que la poesía tiene algo de supervivencia, de trascendencia¿ Que todos los libros que este soñador nostálgico escribió eran piezas de un puzzle que ahora queda unificado y completo en este libro último y definitivo. En este testamento. Leerlo será como intentar resucitarlo, sí. Como el agua que se escurre entre los dedos, así son las palabras que se escriben para enterrar a un amigo. Oh, Toñín: séate la tierra ligera.