El ceramista leonés José Antonio Sarmiento expone en Caja España

Los hombres silenciosos, los artistas que hablan poco, que se sumergen en sí mismos, tienen la virtud de expresarse con gran elocuencia a través del arte. José Antonio Sarmiento es un ceramista que vive su soledad en Ardón, y que desde hace más de veinte años establece su diálogo más importante con la espiral milagrosa de la arcilla en el torno y el rugido casi animal de un horno tan poderoso como primitivo. De estas conversaciones nacen platos que no son platos, vasijas que nos son vasijas, objetos de cerámica que reflejan la intimidad de su creador y que él pretende que, además, sirvan para el uso cotidiano. Asegura Sarmiento: «Lo que hago se puede llamar alfarería, alfarería contemporánea. Está hecha en un horno de leña de estilo japonés, cuya construcción se realiza en pendiente y que consigue altísimas temperaturas, más de 3.000 grados, gracias al viento que circula por su interior». Nada más santificado que oficiar con el fuego y modelar el barro, la arcilla, la tierra de donde todo sale y donde todo vuelve, aunque Sarmiento no quiere convertir sus trabajos en objetos de culto, todo lo contrario. «Son sobre todo piezas que se pueden usar, me interesa mucho que la alfarería que hago sirva, no tengo ningún problema con que mis piezas sean algo más que un objeto decorativo. Me gusta que su dueño la use en la vida cotidiana, así se puede cerrar el círculo... desde que está hecha la pregunta es ¿para qué?. No tendría mucho sentido hacer piezas de cerámica que no sirvieran para nada». Sus piezas, con categoría de auténticas esculturas, llevan marcadas las huellas de las cenizas de donde al surgido casi milagrosamente e, incluso, las pinceladas del fuego, que se añaden a las aportaciones netamente pictóricas del artista, aunque él se empeñe en insistir en su sencillez. «Hago objetos de gran tamaño, pero también cosas más domésticas, para el uso diario, para la mesa». Su posición es la de esos padres que nunca serían capaces de manifestar públicamente el orgullo que sienten por sus hijos. A José Antonio Sarmiento, le basta con la satisfacción personal, no busca el éxito, el triunfo o los honores, simplemente quiere sufrir con alegría los rigores volcánicos del horno y trabajar con sus manos en el torno, sentir el tacto de la arcilla y transfigurarla en algo hermoso. «Para hacer estas cerámicas empleo el torno, lo que pasa es que me ayudo de un motor eléctrico, aunque básicamente es sólo un plato que gira, después son las manos las que dan la forma a la arcilla». Preside la exposición que estos días puede verse en el Centro Cultural de Caja España, en la calle de Santa Nonia, un gran cuadro, una pintura de enorme fuerza gestual, «Es el mismo trazo de los platos, pero llevado a una pintura, el mismo gesto que hago cuando trabajo con el barro. Simplemente cambia el material». La comisaria de la exposición, María Jesús Sarmiento resume su trabajo: «La obra cerámica de José Antonio Sarmiento muestra grandes platos y vasijas procedentes de diversas hornadas y en ella reflexiona sobre la vasija como contenedor y contenido, o se plantea el sentido del arte desde la integración del mismo en el uso cotidiano. Desde esta filosofía realiza sus piezas, unas veces a gran escala y otras con dimensiones más domésticas; más es necesario subrayar que no hace distinciones en cualquiera de ambos casos, pues atiende a la necesidad de una actitud vital que siente del mismo modo la importancia del uso y la contemplación». Lugar: Centro Cultural de Caja España. Horario: de 19.00 a 21.00 horas, de lunes a sábados; festivos, de 12.00 a 14.00 horas.