Diario de León

La pintora madrileña Juana Pastor expone sus óleos en la sala Bernesga

Una de las obras expuestas en Bernesga (calle Roa de la Vega, 8)

Una de las obras expuestas en Bernesga (calle Roa de la Vega, 8)

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Marcelino Cuevas - león
León

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En el silencio de la tarde, en la calma de la siesta, las flores alimentan sus colores con los rayos de un sol que sueña esplendores en lo más alto. Juana Pastor ha sabido captar en sus cuadros ese momento mágico de la sobremesa en unos paisajes interiores con aroma de café y regustos frutales, con una luz traviesa jugando a ensartar en sus destellos el complicado encaje de sutiles visillos. La pintora, que nació en Madrid, pero que reside en una encrucijada de culturas llamada Toledo, cuando saca al sol su caballete no teme enfrentarse con el paisaje al mediodía, cuando la luz ha robado a las sombras hasta el último rincón y el barro, con el que los hombres construyen sus quimeras, luce insolente hiriendo con agudas reverberaciones las retinas del sorprendido espectador. Y es que la pintura al modo clásico es eso, el retrato de una lucha, el relato plástico de la batalla silenciosa que enfrenta cada día a la luz y las sombras. Por ello el silencio es importante para la buena pintura, porque en él está el alma, el sentimiento más íntimo de esas imágenes que el pintor, pintora en este caso, sustrae a la realidad para hacerlas eternas, cuando el silencio preside una pintura el cuadro se impregna de poesía. Juana Pastor, se nota en su obra, disfruta regalando a sus lienzos el espectacular colorido de las flores. Flores en románticos jardines, flores enmarcando los espacios naturales... y flores adornando sobre la mesa camilla ese rincón del salón en el que se cobijan los ensueños, en el que la imaginación tiene su puerto de atraque, en el que nace la conversación, en el que se mantiene el fuego sagrado de la tertulia familiar. Invitación al optimismo La pintura de Juana Pastor está plagada de sugerencias, está impregnada de paz e invita a la contemplación sosegada. Es como una cura de belleza que invita al optimismo, que ayuda a olvidar los vértigos de un mundo que cada vez gira con más prisas. Es la mejor medicación contra el estrés propio del siglo XXI. Y todo esto sin salirse de los cánones, resolviendo las obras con pinceladas ágiles y directas, con técnica depurada y dibujo de academia. Una gran pintora que, sin duda, hará las delicias de los amantes de lo clásico con la exposición que presenta estos días en la sala Bernesga y que podrá verse durante toda la temporada navideña. Horario: De 12.00 a 13.30 y de 18.00 a 21.00; sábados de 12.00 a 14.00 y de 19.00 a 21.00.

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