Schumacher

SABÍAMOS que Michael Schumacher, el número uno de la Fórmula 1 actual, viajó a Madrid en su avión privado para jugar en el partido auspiciado por la ONU entre "los amigos" de Zidane y los de Ronaldo con el objeto de recaudar fondos con carácter benéfico. Lo llamaron Partido Contra la Pobreza. De entrada uno piensa que el piloto alemán aparte de algo pirado y un extravagante (exigió jugar el partido completo, y casi lo hizo), haría mejor en donar el coste de su vuelo a la causa, e incluso hasta podría vender el avión y renunciar a la pasta. Sin embargo, vista su entrega sobre el césped y los aplausos que arrancó al público, chapó para Schumacher. Estos partidos son lo que son y punto. Un generoso despliegue de estrellas, algunas ya jubiladas aunque en relativa buena forma, que conscientes de su tirón popular, retrasan su entrenamiento del día para esa noche a favor de una buena causa. Lo de menos es como jueguen, sino que la cámara vaya a la caza y captura de su rostro para satisfacer la curiosidad de los forofos que optan por la tele en ese momento. Pero Schumacher, pelín patoso por su altura y quizá de elasticidad limitada, corría como un poseso, regateaba, y hasta se permitía eso que los comentaristas llaman absurdamente "pase de la muerte". Muestra buenas maneras. Con unos meses de entrenamiento no lo haría peor que algún galáctico...