Ana G. Merayo: «Una novela sin un romance queda descafeinada»

Un país contra las cuerdas. Una situación internacional de rechazo y reprobación. Una fuerte crítica interna. Una tensión social como pocas se han visto en otro país. Una política de segregación racial entre blancos y negros. Una sociedad separada por barreras físicas, legislativas y sociales. Y en medio de todo ello, un grupo de gente que encarna algunos de los mejores aspectos de la civilización occidental, y que se se empeña en cultivar sentimientos y actitudes completamente distintas a las del gobierno de Pretoria. Es, a grandes rasgos, las líneas maestras de El club Kandinsky, la primera novela de la autora leonesa Ana G. Merayo, y que hoy presentará en la sexta planta de El Corte Inglés, acompañada por la historiadora, escritora y profesora Margarita Torres. Según la propia Ana G. Merayo, «decir que la obra trata del apartheid es reducirla». A su juicio, se trata «de poner en relación una serie de elementos narrativos de gran intensidad»; unos elementos entre los que se cuentan, en primer lugar, la situación vivida por la población sudrafricana en 1985, un país que sufre la condena internacional por su política de segregación racial. «Es un país extremo -dice Merayo-, tanto geográficamente, en la punta de África, como política, natural y socialmente». Este apartheid se veía, tanto internacional como internamente, como algo abocado a su término, pero al que el gobierno del país «se agarra desesperadamente» como parte de su identidad. Otro de los elementos integrantes de la novela serían sus personajes, una serie de profesionales europeos en los que el lector percibirá «una gran intensidad emocional», explica Merayo. Entre los atractivos de El club Kandinsky está también el hecho de que se palpe, se huela y se sienta la realidad diaria de aquel país, entre otras cosas, porque esta abogada leonesa permaneció allí durante una larga temporada por motivos laborables y captó, de primera mano, el pulso diario de su cotidianeidad. «Era un país, por sus condiciones sociales y políticas, pero también por su exuberante naturaleza, ante el que nadie podía permanecer neutral», comenta. Portagonismo diverso En cuanto a la peripecia de los protagonistas de la novela, la recién estrenada novelista aclara que no todos ellos pertenecen a la misma generación: «Algunos de ellos están ya instalados en la madurez -afirma-, por lo que el discurso piscológico que los representa va acorde con su experiencia vital; otros, más jóvenes, se encuentran en camino de esa madurez de la que aún no disfrutan». Estos últimos, por cierto, constituyen algunos de los caracteres mejor dibujados por la escritora y más atrayentes y atractivos para el lector. «Su actitud -dice- es más trivial, más fácil, más espontánea, casi frívola». En todos ellos, asegura, está encarnado «lo mejor» de la civilización occidental, aunque sin dejar de comportarse, como no podía ser de otra manera, «como los seres humanos que son». Seres humanos que, por otra parte, se relacionan con la población autóctona del país, viven diversas aventuras y se relacionan entre ellos de diversas maneras (entre ellas, el amor, por supuesto, la autora dice que una novela sin amor «queda descafeinada»). Se trata de personas de fuerte personalidad, intelectuales, profesionales de diversos ámbitos (desde un periodista a un actor) y, sobre todo, «capaces de elaborar un pensamiento crítico»; esto es, el «contrapunto», precisa Merayo, del implacable régimen de Pretoria al que repudian y que, sin embargo, no intentan derribar, ése no es su objetivo; lo suyo es más bien una postura ante el mundo, típicamente europea. El «cosmopolitismo, el humanismo y la espiritualidad» del pintor Vassily Kandinsky da nombre al grupo y a la novela; es, por tanto, todo un canto al espíritu crítico e independiente en boca de un grupo atractivo y heterogéneo. Hora: 20.00. Lugar: sexta planta de El Corte Inglés.