Diario de León

El galerista también es creador

Tráfico de Arte presenta la segunda entrega de la trilogía «El Arte como Arte», en el que se propone una reflexión sobre el papel activo de las galerías dentro del proceso artístico

Carlos de la Varga y Emilio Navarro, durante la inauguración de la muestra en Tráfico de Arte

Carlos de la Varga y Emilio Navarro, durante la inauguración de la muestra en Tráfico de Arte

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Marcelino Cuevas - león
León

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Carlos de la Varga es un fenómeno extraño en el mundo del arte leonés. Su galería, Tráfico de Arte, que estos días cumple catorce años, se ha dedicado durante estos casi tres lustros de existencia a presentar la obra de artistas jóvenes e inquietos, transitando siempre por el vértice de la vanguardia. Y lo ha hecho sin los afanes del comerciante, siendo un poco el mecenas y un mucho el defensor a ultranza de unos artistas que en muchas ocasiones solamente gozaban de grandes ideas, de buenas intenciones y de la más absoluta incomprensión pública. En su afán de ir un paso mas allá de todo, Carlos de la Varga se inventado un trilogía de exposiciones de carácter anual que ha titulado El Arte como Arte , en la que el año pasado presentó a la crítica como arte, este año a las galerías de arte como arte y el próximo diciembre traerá a los Artistas como Arte . Comportamientos actuales Algo singular sucede cuando todos quieren subirse a la cabecera del carro de la actividad artística, cuando los intermediarios entre el artista y el espectador cobran una importancia que excede claramente los límites de su normal actividad. Ciertamente que en el momento que vivimos hay infinidad de artistas que solamente han conseguido llegar a ese status gracias a la labor de intermediación de unos críticos llenos de creatividad que han sabido sacar de sus chisteras mágicas figuras que quizá nunca existieron. También es tan real como la vida misma que hay galeristas que empeñan su prestigio para conseguir elevar a los altares del arte a personajes que posiblemente se desvanezcan en el tiempo como las nubes ante el anticiclón. Su trabajo en estos casos va más allá de la reseña, mucho más allá de ofrecer sencillamente la oportunidad de le exhibición de una obra, para convertir a unos y otros en copartícipes del acto artístico, dotando a la obra inerme de un suplemento vital que la engrandece y la hace apetecible, incluso necesaria, para el espectador. Explica De la Varga que, en ocasiones, se siente «en un estadio similar al del artista por el vértigo que produce en tu caso la necesidad de reflexionar sobre el galerismo actual e investigar en todas las direcciones para proponer nuevos planteamientos, formatos y actitudes capaces de filtrar y generar situaciones de creación y producción colectiva, donde artista y galerista convivan en un acto de retroalimentación continua, evitando caer en la tentación surgida de las maniobras propias de las empresas galerísticas o de los galeristas sin galería. Alcanzar ese compromiso entre artista y galerista es el mejor activo para una galería». Así lo sienten y así lo cuentan en una serie de paneles de textos los galeristas presentes en la muestra: Isabel y Rodrigo Cabral, de la galería Serpiente de Oporto; Evelio Gayubo, de la galería del mismo nombre; el ex galerista y subdirector del CAB de Burgos, Emilio Navarro, y el propio Carlos de la Varga. Todo queda abierto para el próximo año, cuando cada uno de estos galeristas presente a un artista¿ como arte, lo que, si bien tiene algo más de lógica, no deja de plantear muchas expectativas. Claro que para expectativas interesantes también sería muy importante conocer los merecimientos del espectador como arte, pues si artistas, críticos y galeristas son necesarios para crear una obra y su circunstancia, de nada serviría tan titánica labor si no tuviera un destinatario, si no hubiera a la espera de tal parto un alma cándida, un expectante ciudadano, que se beneficiara de tanta elucubración, que absorbiera tanta intelectualidad, que disfrutara de tanto trajín¿ Pensamos que este banco de tres patas se quedará cojo si no hay una cuarta entrega del evento dedicada precisamente a él, al espectador que derrocha neuronas ante la creación, que alucina ante la crítica y que casi no se atreve a hollar con sus pisadas el sacrosanto suelo de unas galerías que, ahora lo sabe, también son arte. Horario: de 18.00 a 21.00 horas, de lunes a viernes. La galería está en la calle Serranos, 2.

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