Los gustos literarios del Manco y su gran capacidad bibliófila
Uno de los estudiosos que más ha hecho por hacer realidad la biblioteca cervantina es un catedrático de la Universidad de Florida: Daniel Eisenberg. Este profesor es uno de los eruditos más reputados en estudios acerca del Quijote y forma parte del «Gotha» de los sabios cervantinos. Entre los conclusiones a las que ha llegado está el hecho de que Miguel de Cervantes era un gran lector; tenía una biblioteca que superaba en muchos ejemplares las de algunos de sus contemporáneos suyos dedicados a las letras. Más aún: demostró tener un cariño a los libros más propio de los bibliófilos que de un «simple» escritor. En el libro de Eisenberg La interpretación cervantina del Quijote , podemos encontrar varias claves que pueden ayudar a comprender un poco más las claves con las que el autor acometió la que se considera la primera novela de la historia de la literatura. Como ejemplo, puede destacarse la presencia de los libros de caballería en la obra: ¿Hasta qué punto conocía Cervantes los libros de caballerías castellanos? Son abrumadoras las pruebas de que los conocía muy bien, de que, como el canónigo, había leído por lo menos parte de «todos los más que ay impressos y que le habían deparado «algún contento». En ninguna otra obra se tratan los libros de caballerías tan extensa o profundamente, ni menciona nadie tantos títulos. La larga, elocuente y apasionada defensa del potencial del género que pronuncia el canónigo es única. Incluso con nuestro conocimiento imperfecto de las fuentes caballerescas de Cervantes, es evidente que los conocía extensa y directamente y que le influyeron mucho. Se perciben diferencias en la calidad de los libros; dos de ellos: Amadís de Gaula y Palmerín de Inglaterra , son objeto de grandes elogios en el examen de la biblioteca del futuro Alonso Quijano .