Diario de León

Directora del Ballet Nacional de Cuba

«No critico las coreografías actuales, lo único que me dan es pena»

La artista cubana subirá al escenario del Auditorio su personalísima y remozada versión del Quijote

Publicado por
Miguel Á. Nepomuceno - león
León

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Hablar en el siglo XXI de Alicia Alonso es tender un puente con el inmediato pasado a la vez que un ejercicio de reflexión con una leyenda viva de la danza cuyo legado permanente es mantener viva la tradición del repertorio clásico. Lúcida, brillante, con un punto de nostalgia en su voz, Alicia es una fuente inagotable de sabiduría a la par que una persona tremendamente vital que rezuma sinceridad en cada una de sus respuestas y comprensión con el mundo que la ha tocado vivir. No escatima elogios para las jóvenes generaciones de bailarines y no se muerde la lengua a la hora de valorar las actuales coreografías que tanto dan que hablar. -Alicia, después de siete décadas sobre los escenarios, de haber enseñado a generaciones de bailarines y de haber coreografiado muchos de los ballets más emblemáticos de la historia ¿qué siente cuando ve sobre un escenario algunas de las coreografías actuales? -Pena. Aunque no estoy en contra del progreso, ni de las tecnologías, ni de las puestas en escena vanguardistas, lo cierto es que, sin ánimo de crítica, muchas de las actuales coreografías me producen una profunda pena porque veo que están siguiendo un camino equivocado y se les podría ayudar. Para mí, la danza es el resultado de un proceso cultural, de una elaboración realizada por el hombre en el transcurso de su historia, en que ha seleccionado, relacionado y tecnificado. De ahí que cuando veo alguna de estas coreografías actuales pienso que es una lástima que personas tan dotadas desperdicien sus energías en algo que no es danza sino otra cosa. No las critico, repito, ni rechazo el ballet moderno, si es bueno, sólo lo hago cuando está vacío de contenido. -Permanecer tantas décadas siendo el centro de atención de públicos heterogéneos y seguir siendo querida y admirada por todos ellos debe de tener un secreto. -Para un artista es muy halagador escuchar esas palabras, pero creo que todo aquel que se entrega a su arte con amor, pasión, humildad y dedicación mantiene viva esa llama de complicidad con los públicos porque está dando su arte, sus conocimientos. Eso es lo que mantiene vivo a un artista y me mantiene a mi, que voy a vivir doscientos años. -Por lo menos en la memoria de las generaciones venideras usted será un referente como lo fueron Balanchine, Nureyev, Niyinski, con los que usted compartió parte de su vida en los escenarios. -Ellos fueron mis maestros y colegas y aunque de todos he captado algo de la esencia que trataban de trasmitir, sin embargo mi autodidactismo me ha ayudado a la hora de comprender por mi misma el sentido y la filosofía de la danza, sin tener que estar sometida a la influencia de una escuela concreta, de un maestro o de unas tendencias determinadas. Sin embargo todo artista está de alguna manera condicionado con el momento que le ha tocado vivir y no se puede pretenderse que el ballet, clásico, romántico, moderno o de cualquier tendencia o época, no esté condicionado socialmente. Pero el condicionamiento social del arte es sumamente complejo, y al interpretarlo de una manera superficial es fácil naufragar en un esquematismo ingenuo o estéril. -La exaltación de la técnica, la anulación o mezcla de los estilos, ¿ponen en peligro al ballet clásico? -En absoluto. Y ¿sabe por qué? pues porque tenemos una gran historia de muchos años y dentro de eso tenemos la forma de cómo ejercitar el cuerpo humano con el movimiento y la expresividad, es como el atletismo con arte. La historia humana no está amenazada de muerte y por tanto, el ballet clásico que vive y bebe de esa historia tampoco. Si desconocemos nuestras raíces es como olvidar nuestro pasado. Cómo podemos privar a las generaciones futuras de las obras de arte del pasado. Cómo podemos sepultar bajo la pátina del olvido y de las nuevas tendencias todo el inmenso caudal que nos han legado nuestros antecesores y nuestros maestros. Y por último, ¿cómo podemos privar del disfrute a los jóvenes de lo que no han conocido pero que está ahí y los únicos lazos de unión con esas obras somos nosotros ya que de otro modo se perdería? -¿De qué forma ha evolucionado la danza desde que usted comenzó a bailar? -Enormemente. Ha evolucionado al mismo ritmo que la vida. Los temas, las estéticas. En otro tiempo no se me hubiera ocurrido coreografía "El genoma de la palabra" como hice ahora. De modo que la danza es un reflejo del mundo que vivimos, de la situación social, de los avatares humanos. Como todo el arte. -Esta coreografía del Quijote que veremos esta noche es la segunda que usted monta. ¿En qué se diferencia de la primera? -Está remozada. La anterior era mucho más sencilla. Esta está inyectada del momento de la vida. Tiene más bailes, más técnica y movimiento, y sobre todo es más española en el carácter. El devenir de la historia tiene más lógica que en la anterior. Lo he ido puliendo, han quedado los detalles más esenciales dentro de la historia del ballet. Creo que el público va  a disfrutar mucho con ella. -¿En que forma ha influido el folclore cubano en sus coreografías? -De forma capital porque dentro del folklore cubano hay historias muy buenas. Los movimientos en sí son más sensuales que los de otras danzas de otros países porque lo llevamos en la sangre. Se mueven de forma inconsciente y eso se aprecia a la hora de verlo. -¿Cómo se descubre un talento y qué escuela de danza es ahora la más importante? -Con sólo verlo entrar en la clase sé si ese alumno está dotado o no. Su forma de andar, de moverse, su sentido del ritmo en las pruebas, su capacidad de concentración, todo te está indicando si lo que tienes delante es un futuro genio o uno más. Lo de las escuelas de danza ha evolucionado mucho. Antiguamente estaba la rusa, luego la napolitana, pero ahora es la cubana. Cuba tiene más de veinte escuelas de ballet, y sus coreógrafos y bailarines han creado escuela reconocida como la mejor del mundo actualmente. -¿Cómo están ahora esas relaciones entre Cuba y el gobierno español? -Siempre fueron excelentes de persona a persona, otra cosa son los gobernantes. No olvide que somos hijos de españoles, nuestros apellidos lo delatan. ¡Cómo vamos a sentirnos incómodos con España! Nuestras relaciones son ahora excelentes y el mismo presidente Zapatero me ha enviado ayer un telegrama excusándose de no poder estar hoy en León para ver el Quijote, que le encanta. España siempre la llevo en el corazón.

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