Diario de León

Mezzosoprano

«Las prisas no suelen hacer buen matrimonio con la salud vocal»

La carismática mezzosoprano argentina ofrecerá mañana en el Auditorio Ciudad de León un recital en el que estará acompañada al piano por Jean Nicolas Diatkine

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Miguel Á. Nepomuceno - león
León

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Considerada unánimemente por la crítica internacional como una de las mezzosopranos más versátiles y carismáticas de la segunda mitad del siglo XX, Alicia Nafé ha cantado en los teatros líricos más importantes del mundo, desde la Scala de Milán al Metropolitan de Nueva York, y ha trabajado con los directores más destacados del siglo. Su  temperamento incandescente y sus cualidades canoras la han mantenido siempre en la cima: la fuerza de su primera Carmen europea, en Darmstadt, le valió ser invitada a los grandes escenarios de Alemania y participar en el Festival Wagner de Bayreuth. Como liederista, su otra especialidad, Nafé ha mantenido siempre el más alto nivel, siendo referentes sus ciclos de canciones españolas. Mañana estará en el Auditorio Ciudad de León con un programa dedicado a Bellini, Donizetti, Thomas, Bizet, Montsalvatge, Gustavino y Piazzola. (18 y 12 euros). -En su actividad profesional predominan los recitales por encima de la ópera ¿tiene predilección por alguna de estas facetas? -Sí; ya se cumplieron los treinta años de mi debut con la ópera Carmen en Darmstadt, cantada en alemán, y para mí fue la puerta grande para entrar en el mundo de la ópera, si bien ya llevaba casi tres años cantando oratorios y recitales mientras estudiaba por allí dónde me pillase, Madrid, París, Milán o Viena. En estos momentos, y dado que la ópera está como está, sin duda prefiero el recital con orquesta y la intimidad del lied con mi pianista. Hay tanta obra preciosa por interpretar y allí una sola con su sonido, sintiendo casi la respiración de la gente, ¡qué maravilla! El oratorio prefiero cantarlo poco, la mayoría requiere una voz de contralto y mi voz pide el centro alto y con agudos. Hay excepciones, Requiem de Verdi, Stabat Mater de Rossini, el de Pergolesi y alguna más. -De sus numerosos roles ¿hay alguno en el que se encuentre más cómoda por su compenetración con el personaje? -Bueno, Carmen fue mi rol fetiche desde mis comienzos, lo he cantado más de 180 veces y en grandísimos teatros, desde el Herodes Atticus de Atenas hasta el Metropolitan de Nueva York. No hace mucho lo interpreté en el Teatro Real de Madrid. Es un rol que me encanta y me dio enormes satisfacciones. No llegué a grabarla, cuando estábamos a punto y con todo preparado, surgió un problema que aunque no parecía grave, echó por tierra tantas ilusiones. En cambio, con la Vida Breve , la he grabado tres veces con distintas discográficas. Muchos otros roles me fascinan, diría casi todos los pre-verdianos. Pero hay dos que me marcaron de tal forma que siempre los tendré conmigo. El Ruggiero de Alcina (Haendel) y el Sesto de la Clemenza di Tito (Mozart). -¿Cuál es su principal aportación a un personaje tan complejo como el de Carmen, que han abordado infinidad de cantantes? -Es muy presuntuoso afirmar que yo aporté algo nuevo a Carmen, pero si hay un hecho real; la debuté en Alemania en 1974. Allí me dijeron un hermoso piropo: ¡una voz y un estilo que recuerdan a Victoria de los Ángeles! Y a partir de ese entonces aparecieron versiones de Carmen que se parecían a la mía. Claro que como yo no era famosa parecía que yo imitaba a las famosas... Me dejé llevar por la intuición, eso sí, le aportaba el phisic du roll y la juventud que me hacían aún más creíble. -Además de Frühbeck de Burgos, su descubridor, ¿hay algún director con el que te encuentres más a gusto trabajando? -Frühbeck de Burgos fue mi primer maestro y evidentemente no todos tienen la suerte de debutar con alguien así. Lo mío fue en parte suerte, salí a escena por una cancelación de una mezzo muy reconocida para un Requiem de Verdi en la Catedral de Toledo, con la ONE. Yo no tenía apenas idea de lo que era esa obra y tenía 15 días para prepararla. Me ayudó una enormidad Miguel Zanetti, me daba dos o tres clases por día. Me temblaban las piernas, nunca había cantado con una orquesta sinfónica, coro y con la sonoridad de un Requiem. Aprobé y comenzó una suerte de cooperación con la ONE por toda España y el extranjero. Pero guardo gratos recuerdos de muchos otros directores españoles que me han dirigido en todo el mundo. -¿Cree que los jóvenes tienen demasiada prisa por llegar y descuidan sus carreras por ganar dinero? -Creo que los jóvenes no tienen la culpa de lo que está ocurriendo en el mundo de la lírica. Los tiempos han cambiado y hoy todo tiene que hacerse con prisas, pero eso no hace un buen matrimonio con la voz, con la salud vocal. Es cierto que los jóvenes van rápido, es propio de la juventud, pero los directores de teatros, agentes y en muchos casos la prensa meten presión para que las ofertas vengan fuera de tiempo y fuera de las características de cada voz. La carrera también se hace diciendo «no», Pero hoy es más difícil que antes decir «no». Ahora la voz no es lo principal, cuentan otras cosas, si es apuesto, si se mueve bien, si es capaz de arrastrarse sucio y desnudo mientras canta, aún mejor (como cada día se ve más y más), en fin, un desastre. -¿En qué está trabajando actualmente? -Estoy preparando un rol que siempre adoré y nunca me atreví a afrontar, Dalila. También trabajaré papeles wagnerianos, como Kundry.

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