Una segunda fase sin plazos
Las obras en el monasterio de San Miguel de Escalada no han concluido. La parte románica ha sido completamente remodelada en su interior para tranformarla en museo. De momento, hay instalados dos grandes paneles y dos vitrinas que completan los huecos que marca el ábside, donde en su momento se colocarán restos arqueológicos. El arquitecto reconoce que la iglesia habría quedado mejor libre de vitrinas, pero tuvo que plegarse a las exigencias museísticas. Promonumenta lamenta que los restos de los 300 individuos exhumados, entre los que se encuentran presumiblemente los de fray Antonio de Guevara, el confesor de Felipe II, no recibieran «cristiana sepultura» en el subsuelo de la iglesia románica, donde se hallaban los osarios. Las obras de restauración han respetado los antiguos revocos originales, en los que se aprecian ténuemente las policromías. El primitivo suelo de tierra húmeda ha sido cubierto con piedra de Boñar; el artesonado ha sido restaurado en una parte, manteniendo el modelo de la antigua intervención efectuada por Menéndez Pidal y, en otra, completamente renovado. La piedra exterior ha sufrido un «lavado» integral, que ha aclarado el tono de la iglesia, antes «teñida» por la humedad y el musgo. El nuevo sistema de drenaje de todo el perímetro del edificio, ha permitido sanear los cimientos. Resta ahora restituir el fluido eléctrico y la construcción de un almacén, una caseta para el guarda y unos servicios que, según prevé el arquitecto, se integrarían en el terreno. Será entonces cuando podrá derribarse la vieja caseta.