Pintor
«Los símbolos en mi obra atraviesan siglos»
El leonés Adolfo Álvarez Barthe presenta en Madrid una exposición pictórica que es un auténtico diccionario ilustrado de símbolos
El silencio más absoluto ha rodeado al pintor leonés Adolfo Álvarez Barthe durante un largo periodo de tiempo, precisamente desde su gran exposición en la Fundación Vela Zanetti. Barthe, que enfoca su obra desde una perspectiva profundamente intelectual y mágica, partiendo de las técnicas pictóricas empleadas por los clásicos, ha creado una nueva serie de cuadros en los que se reflejan muchos de los enigmas de la cultura occidental a través de los símbolos y la ha titulado El botín del mundo. Estos trabajos los muestra en una exposición que se inaugura el martes en la Galería Quórum de Madrid. -¿Cómo será la exposición que está a punto de inaugurar en Madrid? -Es bastante uniforme, toda la obra ha sido seleccionada en razón de su título, El botín del mundo . En realidad es casi un diccionario ilustrado de los símbolos de la cultura occidental. Antes de que sean destruidos, modificados o ignorados el pintor siente que debe recuperarlos, conservarlos en una suerte de Arca de Noé, que es la propia pintura, para que esperen allí al encuentro de una tierra en la que vuelvan a ser leídos, interpretados y en la que hasta sirvan para algo. -Hay varios símbolos que se repiten una y otra vez en los cuadros, ¿cuál es su significado? - El más recurrente es el de una nave pequeña, pero no frágil, que lleva un elemento que en la tierra siempre está fijo, una columna o a veces un árbol. Esa idea de lo móvil que arrastra a lo fijo, la barca que mueve a una columna, a mí me obsesiona, porque yo sí creo que reproduce bastante bien ese periodo que hay de cambio y de transformación en nuestra cultura, incluso de aquello que consideramos más inamovible, más duradero. -En sus cuadros aparecen personajes desligados de su época, seres de la antigüedad clásica que conviven con otros de los siglos XVII o XVIII... -Es una idea completamente espiritual. Yo no creo que exista exactamente el tiempo. A veces tenemos deudas espirituales con generaciones anteriores y tenemos también que legar algo a los que vengan después. Pero los esfuerzos de todas las generaciones son siempre los mismos. Yo no creo que exista el tiempo, y si la obligación de cumplir con unos principios que están por encima. Pero si es verdad que a través del tiempo nos movemos y nos identificamos con los símbolos de la especie. En mi obra los símbolos atraviesan los siglos porque en realidad están hablando de deudas espirituales del pasado que de alguna manera estamos obligados a saldar nosotros. -¿Tiene una deuda con las viejas técnicas de la pintura? -Es probable que en El botín del mundo el primer tesoro sea el de la propia pintura. La gran pintura de Occidente es algo que en la actualidad está olvidada, una de las cosas que más reflejan el símbolo es la buena pintura y la buena pintura debe hacerse con las técnicas clásicas, con capas de color transparente, a base de temples y óleos resinosos, partiendo de que lo espiritual comienza en la técnica. Ese tipo de actitud de artesano honesto creo que es una de las cosas más grandes que ha dado Occidente y que no deberíamos de perder nunca. -¿Después de «El botín del mundo», cuál será su próxima exposición? -Yo pretendo ponerle el mismo título y tendrá lugar en Bruselas. Me hace mucha ilusión llevar mis obras a la que podemos considerar como capital de Europa y por lo tanto de Occidente. Creo que para un artista de la periferia europea es muy importante llegar al centro continental con un diccionario ilustrado de símbolos europeos que no hay que perder.