Diario de León

Escritor

«Zapatero es la última oportunidad de León para coger el tren del desarrollo»

Tras diez años de silencio narrativo, el escritor leonés regresa al primer plano de la escena literaria con una novela sobre la búsqueda de la felicidad, «El cielo de Madrid»

León

Creado:

Actualizado:

A los doce años le impactaron las luces de la gran ciudad a la que llegaba con ganas de comerse el mundo. Muchos sueños no se cumplieron, pero persiste la ilusión por la vida y por la literatura. Ahora, aquel cielo protector cobra vida, a la manera de un personaje más, en El cielo de Madrid, novela con la que Julio Llamazares (Vegamián, 1955) rompe diez largos años de silencio narrativo. Con León sigue manteniendo una relación de amor-odio, pero, a apesar de ello, pasa aquí tres cuartas partes del año. Como leonés considera que José Luis Rodríguez Zapatero es la última oportunidad que tiene esta provincia para coger el tren del desarrollo. -¿Por qué diez años sin publicar una novela? -Aunque parezca mentira, no soy un escritor profesional. Dedico toda mi vida a escribir, pero no me la planteo como un trabajo en el que detrás de una novela tiene que ir otra. Voy escribiendo según la necesidad que tenga de hacerlo. No pienso que la novela sea el único género, aunque sea el que más vende. En estos diez años he escrito libros de viajes, cuentos, artículos, guiones de cine..., aunque parece que si no escribes una novela no has escrito nada. -¿Cómo es el cielo de Madrid? -Depende de los días y del estado de ánimo. El cielo de Madrid es como el de todas las ciudades; yo lo uso como una metáfora, porque Madrid es una ciudad a la que todo el mundo llega a realizar un sueño. -¿Qué queda del Julio Llamazares de los ochenta? -No lo sé, quizá soy la persona menos indicada para decirlo, porque cuando te ves todos los días no tienes la distancia suficiente para analizarte a tí mismo. Quizá queda la misma ilusión por la literatura y por la vida. -¿Cuánto hay de autobiográfico en «El cielo de Madrid»? -No más que en otros libros míos, aunque pueda parecer lo contrario. En último término, todas las novelas son autobiográficas, en mayor o en menor medida, y todos los personajes son máscaras del autor. Esta novela no es más autobiográfica, por ejemplo, que Luna de lobos. -Algunos críticos dicen ya que es su gran novela. -Ojalá lo digan. No creo que sea mi gran novela. Espero que mi gran novela no la haya escrito todavía. Quizá al tardar tanto en escribirla, al hacerme esperar tanto, piensen que coincida ya con una edad (voy a cumplir 50 años) de madurez. Tampoco creo en el gran libro; la suma de todos los libros son los que hacen la gran novela, la mediana novela o la pequeña novela de un autor. -¿Cómo era aquella generación de la «movida»? -La novela en realidad no habla más que tangencialmente y de manera crítica de la movida. Empieza en el año 75, e incluso antes, en la infancia del pintor protagonista, y acaba en el 2000; y la movida duró tres años a principios de los ochenta. Yo la viví muy desde fuera, porque acababa de llegar a Madrid y no era mi mundo ni manera de ver el mundo. ¿Cómo lo viví yo? Como un joven que acababa de llegar a Madrid, con el pelo de la dehesa y con muchas ganas de comerme el mundo y de ser feliz. Lo que todos pretendemos y de lo que trata la novela es de la búsqueda de la felicidad. -¿Y la ha encontrado? -A medias. En algunos momentos, la he encontrado; en otros, no. Por supuesto, no estaba donde muchas veces pensamos que está. Al final, la felicidad consiste en estar relativamente de acuerdo con lo que te rodea, con el círculo más íntimo de tu vida. -Ha vivido ya más en Madrid que en León, y ahora esta novela de Madrid... ¿Pasa definitivamente la página de León? -En absoluto. Si escribo de León dicen que me centro mucho en León... Soy leonés para bien y para mal y tengo una relación de amor-odio con León, como todos los leoneses. Ni quiero ni tengo por qué renunciar a la página de León. De hecho, aunque me acusen de ser muy crítico con León, de los escritores leoneses que no vivimos aquí yo soy el que más tiempo pasa en León; de tres a cuatro meses al año. -Usted siempre ha sido un apasionado de los libros de viajes, uno de los géneros en los que mejor se mueve, ¿qué hay de viaje en esta novela? -Toda novela es un viaje en el espacio o en el tiempo. Esta novela es un viaje en la memoria. Yo siempre escribo a partir de la memoria; no en sentido notarial, sino metafórico. Sólo sé escribir a partir de mi experiencia. Al final, cualquier revisión de tu memoria es un viaje en el tiempo. El tiempo es el motor de la literatura. -Como leonés, ¿qué opinión le merece Zapatero? -No lo conozco mucho, pero creo que debería ser, al margen de ideologías políticas, un orgullo y una oportunidad. No creo que vaya a haber muchos presidentes en la historia del país que sean leoneses. La última oportunidad para León de subirse al tren del desarrollo puede llamarse Zapatero; pero si encima le dan la espalda... no va a venir uno de Teruel a resolver los problemas de León. -En alguna ocasión ha dicho que no elige los temas, sino que los temas le eligen a usted, ¿así surgió «El cielo de Madrid»? -Sí, seguramente surgió cuando yo tenía doce años y vivía en Olleros de Sabero. Me vine a estudiar interno a un colegio de frailes capuchinos al lado del Pardo, cerca de donde vivía Franco. Lo que recordaré siempre de aquel viaje fue el túnel del Guadarrama. Era de noche y viajaba en un autobús con otros chicos que venían internos. Al cruzar el túnel apareció todo el horizonte de Madrid y el cielo lleno de luces, como si se hubiera iluminado la pantalla de un cine gigantesco delante de mis ojos. Cada vez que vuelvo por el túnel recuerdo aquella imagen, en la que seguramente está la idea en sentido embrionario de esta novela. -¿Ha abandonado la poesía? -No, yo he seguido siempre escribiendo poesía; no como género explícitamente, pero lo que distingue la literatura de la simple escritura es la existencia o no de un sustrato poético en el lenguaje. En ese sentido, yo he procurado -y por eso me lleva tanto tiempo- escribir desde una percepción poética de la realidad. -Es autor de varios guiones cinematográficos («Retratos de un bañista», dirigida por el leonés José María Martín Sarmiento; «Luna de Lobos», de Julio Sánchez Valdés; «El techo del mundo», de Felipe Vega; y «Flores de otro mundo», que dirigió Icíar Bollaín). ¿Tiene algún nuevo proyecto para el cine? -No, de momento, no. Yo siempre he escrito con la sensación de ser un intruso en un territorio que no era el mío y siempre he escrito en colaboración con los directores. En todos los casos ha sido a propuesta de los directores y cuando era un tema que a mí me apetecía. Nunca se me ha ocurrido escribir un guión directametne. A lo mejor un día me apetece y lo hago...

tracking