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Un anfiteatro romano en Cascalerías

Hallan en un solar parte de un posible coliseo que explicaría los enigmáticos restos conservados en la cripta de esta misma calle y que nadie había sabido interpretar La cripta ocultaba la c

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Cristina Fanjul - león
León

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Puede que el misterio que se abrió en 1994 con el descubrimiento de la cripta de Cascalerías tenga al fin una respuesta. Las obras desarrolladas en esta calle han sacado a la luz unos restos romanos que están, con toda seguridad, conectados con la bóveda anteriormente citada y cuyo uso podría dejar de ser un enigma en menos de un mes. La ausencia de imágenes se debe a la negativa de la empresa propietaria del local de permitir el paso a los fotógrafos hasta que se conozca la magnitud del descubrimiento. A pesar de que los arqueólogos contratados por la empresa constructora para realizar las catas no han querido realizar declaración alguna, los técnicos consultados por Diario de León consideran que los restos podrían ser parte de un anfiteatro romano, uno de los más grandes de la península. Las «huellas» se descubrieron hace poco menos de un mes y por el momento restan por sacar a la luz al menos dos metros. No obstante, se trata de uno de los hallazgos más importantes de cuantos se han producido hasta la fecha en la ciudad. El porqué de la posibilidad de que se trate de un anfiteatro hay que buscarlo en el hecho de que los vestigios descubiertos tienen forma ovalada, lo que eliminaría otra serie de posibilidades, tales como foro, termas o palacio. No obstante, faltan los muros y, por otro lado, se han descubierto una serie de lucernas en la bóveda, lo que descartaría a priori la posibilidad de que sobre ella se dispusiera el graderío. Sin embargo, los expertos preguntados han apuntado la posibilidad de que la cávea (gradas) pudiera haber sido dispuesta en madera y no en piedra, lo que explicaría la ausencia de los muros y la disposición de estas claraboyas naturales. Otro de los puntos clave para poder desentrañar el misterio radica en la gran dimensión de la estructura. Sin llegar al tamaño de otros circos como el de Córdoba o Segóbriga, el descubrimiento podría sorprender puesto que tiene una superficie de unos cien metros cuadrados. Y, de nuevo surge la interrogante. La capital no era León sino Astorga y, por lo tanto, lo normal sería que este centro de ocio estuviera en Asturica Augusta, y no en el vecino campamento. Sin embargo, en esta ocasión puede utilizarse una vez más el argumento anterior. En el caso de que finalmente se demostrara que el graderío fuera de madera, la explicación que podría darse sería que se trató de un alzado sin grandes pretensiones, un «anfiteatro de pueblo». Esta posibilidad es una de las más avanzadas, pero no es la única. Un posible ninfeo Otra de las bazas con las que se conjetura en este primer estadio de la excavación señala a la probabilidad de que las ruinas escondan un ninfeo. Un ninfeo era una suerte de templo romano cuyo culto estaba dedicado a las ninfas, diosas del agua. Se trataba, por lo tanto de un conjunto hidráulico que constaba de presa, puente y fuente, lugar de culto a las ninfas. La razón puede encontrarse en las inscripciones halladas en la muralla romana y dedicadas a las deidades acuáticas. Sin embargo, una vez más estamos ante un escollo importante. A pesar de las inscripciones de la Legio VII, dedicatorias a deidades en forma de ara o pequeño santuario, dedicatorias a las Ninfas de la fuente, a pesar de la forma ovalada de los vestigios, parece que esta probabilidad se desvanece por las dimensiones del descubrimiento. Uno de los mayores ninfeos conocidos se encuentra en Jordania, en la ciudad de Jerash, al norte de Aman y, aunque se trata de una estructura de gran altura, su dimensión no tiene ni la mitad de superficie que los restos de Cascalerías.