Carlos Sanz Aldea: «Sin el deseo de algo más, la vida tiene poco sentido»

Carlos Sanz Aldea ha llenado la sala Lucio Muñoz con su interpretación meditada, literaria y lúdica de la vida. Objetos, video-instalaciones, fotografías, collages... y mucha pintura dan forma a una de las exposiciones más interesantes del año, que muestra un mundo peculiar y exclusivo en el que no faltan citas a la modernidad y la tecnología, pero en el que también se encuentran relatos plásticos de la rescatados memoria. Para el artista, «esta exposición es ni más ni menos que la representación del árbol de la vida , ese tótem, ese símbolo que compendia todo lo que nos rodea. Concretamente el título, El árbol del deseo , viene dado por un cuadro de gran tamaño en el que se muestra un enorme poste de teléfonos sobre el que hay mucha gente subida, y está basado en una fotografía de un familiar que trabajó en la primera instalación de comunicaciones entre las Canarias y la península. Era todo un guiño a un futuro basado en la comunicación, que es lo que a mí siempre me ha interesado. Yo considero mi obra muy bipolar, está siempre debatiéndose entre dos espacios, el norte y el sur, oriente y occidente, lo blanco y lo negro, la vida y la muerte. En esos espacios trato de crear una geografía donde se desarrolle la vida de una manera fugaz. Pero ¿qué sería la vida sin deseo?, sin el deseo de algo más la vida tiene poco sentido» Carlos Sanz es a la vez, escultor, fotógrafo y pintor. «Utilizo siempre todas las técnicas que están a mi alcance para resolver cada problema estético que se me plantea. Y, quizá por mi formación, parto siempre de la pintura, -explica- pero conforme han ido pasando los años he añadido otras muchas posibilidades. En ocasiones he intentado buscar otros medios de comunicación, otras formas de expresión a través del vídeo o la fotografía, de los objetos, de la escultura... incluso he trabajado el land-art, que me interesa muchísimo». Sanz Aldea (Soria, 1960) comenta que está muy marcado por el paisaje y la luz de su tierra, «allí viví mi infancia y buena parte de mi juventud. Sus paisajes tienen la luz de la montaña, donde todo es muy nítido, muy limpio». Pequeñas esculturas de barro, viejos objetos recuperados, coches de juguete y mucha arquitectura pictórica, nos ofrecen la posibilidad de conocer la abigarrada visión del mundo de este artista en cuya obra se perciben mil facetas distintas. Horario: de 12.00 a 14.00 y de 18.00 a 20.00, sábados de 12.00 a 14.00. Edificio de la Junta.