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El enigma de los huesos

Ocho años después del desembarco de 30 científicos, León sigue sin conocer quién está enterrado en el Panteón Real de San Isidoro

Imagen tomada hace ocho años, cuando los investigadores exhumaron las tumbas del Panteón Real

León

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León sigue sin conocer la identidad de los 93 cuerpos enterrados en el Panteón Real ocho años después de que un equipo de científicos desembarcara con un gran despliegue de medios y tecnología en San Isidoro y exhumara los cuerpos. Tras múltiples aplazamientos, en noviembre del 2001 el alcalde Mario Amilivia comprometía 28 millones de las antiguas pesetas para celebrar un congreso y una exposición en la que se desvelaría, finalmente, un enigma de siglos. El alcalde encargó la celebración de este foro al radiólogo valenciano Alfredo Piera Pellicer, uno de los treinta científicos que había participado en el estudio de los huesos reales. Con esta decisión se daba de lado a la que hasta entonces había sido la coordinadora de la investigación, la arqueóloga Encina Prada, quien ni siquiera fue avisada de la presencia del radiólogo valenciano en León, quien adelantó que en el citado congreso aportaría algunas de las 12.000 imágenes efectuadas en su día a los cuerpos. El congreso nunca llegó a celebrarse. Cuando en febrero de 1997 Antonio Viñayo abrió las puertas del Panteón Real a la ciencia, el abad afirmó que no se ocultaría ninguna conclusión. De la investigación sufragada por el Ayuntamiento y la Junta sólo trascendió en su momento que los reyes de León eran más altos y vivían más años que sus súbditos. Pero del resto de los análisis y las pruebas -incluida la de ADN- a que fueron sometidos los 2.253 huesos mezclados en los ataúdes tras ser saqueados por las tropas napoleónicas, nada más se ha sabido. El objetivo final era saber si todos los cuerpos pertenecen a miembros de la realeza y averiguar de qué murieron. En su momento los huesos fueron catalogados e inventariados. De los 93 cuerpos, 28 pertenecen a hombres, 23 a mujeres, 38 a niños y 4 a jóvenes. Al comienzo de la investigación ya quedó patente que Vermudo III falleció violentamente por las lanzas enemigas, como bien cantaban las gestas. Las crónicas también han dejado constancia de algunas muertes repentinas y de los padecimientos de Fruela II -que falleció por la peste o la lepra-; de Vermudo II, que sufrió artritis gotosa; y de Santo Martino, emparentado con la familia real, que escribía colgado de una viga para aliviar los dolores de una hernia discal. Dieciséis de los cuerpos fueron sometidos a pruebas de ADN para averiguar su identidad...

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