La investigadora que tiene la clave de los huesos reales se niega a hablar

«No me da la gana hablar contigo ni con nadie». Fue la única frase, en tono airado, que este periódico consiguió arrancar ayer a Encina Prada, antropóloga y responsable de la investigación realizada en 1997con el fin de averiguar la identidad de los 93 cuerpos enterrados en el Panteón Real de San Isidoro. De momento, la Junta y el Ayunamiento, que cofinanciaron el proyecto, no han adoptado medidas para tener en su poder las conclusiones obtenidas por la treinta de investigadores de las universidades de León, San Sebastián, Valencia y Madrid que durante quince días sometieron a los restos óseos a todo tipo de pruebas. Prada reconoció la semana pasada a este periódico que los informes de todos estos expertos obraban en su poder, pero que no había tenido tiempo de elaborar una memoria con los resultados. Fue el PSOE quien abrió la «caja de los truenos» al preguntar por una investigación que se anunció «sin precedentes» y que lleva ocho años en suspenso. Frente al silencio de Prada, que hace días «desinfló» las expectativas depositadas en este trabajo, otros expertos han desvelado a este periódico resultados llamativos. El estudio de los cráneos, por ejemplo, demuestra de manera fehaciente que Santo Martino pertenecía a la Casa Real. La investigación antropológica revela que tenía una serie de peculiaridades únicas de la dinastía leonesa: una fosa canina (depresión facial muy marcada bajo los ojos) y el hueso atlas (variante anatómica que poseen todos los miembros de la monarquía leonesa). Estas y otras conclusiones han sido ocultadas hasta la fecha por Prada, quien tampoco ha querido decir dónde se hallan las reconstrucciones de los rostros de Vermudo III y Santo Martino. Otros expertos han averiguado de qué murieron algunos de los enterrados en el Panteón Real. Pero siguen sin darlas a conocer.