Juan Pedro Aparicio presentó en el Club de Prensa de Diario de León su libro «La vida en blanco»
«Mi educación sentimental fue leonesa, y eso condiciona mi obra»
José Luis Puerto apuntó cómo la realidad «se desliza hacia lo maravilloso» en su narrativa
Juan Pedro Aparicio tenía ayer una cita con sus lectores en el Club de Prensa del Diario de León y celebró el encuentro como mejor convenía a la ocasión: leyendo con su evocadora voz uno de los cuentos de su nuevo libro, La vida en blanco , precisamente aquel que más raíces tiene en la tierra leonesa a la que tan unido se siente. Pero antes de su intervención, los asistentes al acto tuvieron ocasión de escuchar al poeta, profesor e investigador salmantino afincado en León José Luis Puerto, quien trazó un certero diagnóstico tanto de la obra de Aparicio como del género cuentístico. «Como se afirma en Las mil y una noches -sugirió- los cuentos prolongan la vida, en el sentido de que iluminan parcelas de la realidad». Puerto también habló de la evolución del relato, desde su aparición en las literaturas orientales a su galvanización en el siglo XIX con Maupassant, Poe, Chéjov y Hoffmann, y, en España, con Pardo Bazán, Valera, Clarín y los realistas. En España, momentos clave fueron la generación del 98, la posguerra y los cincuenta, y a partir de los setenta; donde Aparicio forma un grupo junto a otros destacados escritores cisastures, de quienes dijo centrarse «en una realidad que se desliza hacia lo maravilloso». Por su parte el autor, que agradeció sobremanera el análisis de Puerto, afirmó que el peso de lo leonés «es mayor en esta obra que en mi primer libro de relatos, escrito en 1975 y con el que mr inicié en el mundo de la literatura». No en vano, como aseguró, «mi educación sentimental es leonesa, y eso ha condicionado toda mi obra». Para culminar el acto, y antes de la lectura última, Aparicio habló de uno de sus cuentos preferidos, El Juicio Final , una historia en la cual un grupo de jubilados se reúnen para leer las esquelas de la prensa regional y condenan, al cielo o al infierno, a sus difuntos conocidos.