Un pintor de misterios

La pintura del artista norteamericano Mark Howie es profundamente narrativa. Intenta el autor presentar en cada uno de sus cuadros una historia abierta que debe completar la imaginación del espectador. Los brumosos bosques de su tierra, en los que vivió durante sus años de infancia en Illinois, se muestran en sus lienzos poblados de extraños visitantes, de personajes que se mueven entre la niebla y que sugieren historias. Mark Howie muestra en su exposición de la galería de arte Ármaga dos facetas bien distintas, por un lado interpretaciones subjetivas de la naturaleza y por otro pequeñas pinturas de figura, concretamente de desnudos femeninos. El pintor norteamericano, que después de residir en Nueva York y Londres, se ha afincado definitivamente en Madrid, donde lleva residiendo más que quince años, se muestra tremendamente efectivo en su trabajo, interpretando de manera muy diferente dos temas antagónicos. En los desnudos presenta la realidad en toda su crudeza, sin escatimar luz, mostrando el cuerpo femenino de una forma radical, pero no exenta de belleza. La mujer, la mayor parte de las veces anónima, es quizá una metáfora de la tierra que en sus paisajes se muestra fértil y misteriosa. Sus paisajes son pequeñas narraciones sin principio ni fin, en las que la naturaleza esconde sus rubores tras el manto de una niebla que deja adivinar muchos capítulos de la historia, pero que mantiene en suspenso los más vitales para descifrarla. Ejercicio de búsqueda El pintor propone al espectador un ejercicio de indagación, de búsqueda¿ no le permite sentir indeferencia, debe participar para comprender en toda su belleza los unos cuadros pletóricos de encanto. Mark Howie estudia y medita cada pincelada, extrae todas las posibilidades a la imagen, hasta el punto de que sus cuadros, casi siempre divididos en dos mitades móviles, suelen tener también dos puntos de vista diametralmente opuestos que se conjugan ante el espectador asombrado. Cambiando la disposición de las dos mitades, de izquierda a derecha, nos encontramos con que el paisaje cambia y lo que era plano se convierte en profundo, los personajes que formaban un grupo homogéneo se disgregan en el paisaje y aparecen caballos y otras figuras que antes no estaban. El artista juega a ser mago, a convertirse en encantador de imágenes, para obligar a quien mira sus cuadros a integrarse en ellos. Es un poco como aquellos libros de Julio Cortázar en los que el lector era el encargado de poner en orden los capítulos y en los que existían tantos principios, nudos o desenlaces, como lectores tenía la obra. Y todo esto en unas obras llenas de belleza, poseedoras de esa difícil sencillez que solamente consiguen los grandes pintores. Al final, cuando el visitante termina de contemplar la exposición, tiene la duda razonable de si ha sido el pintor o ha sido él el que más ha puesto en contribución para el entendimiento de las obras de Mark Howie. Lugar: Ármaga (Alfonso V, 6). Horario: de 12.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.00; sábados, de 12.00 a 14.00.