La invasión china ha supuesto la pérdida de libertad para esta nación
«Hablar del Tíbet es hablar de sufrimiento, sangre y dolor»
Thubten Wangchen, asesor del Dalai Lama, disertó en el Musac sobre la situación de su país natal
Puntual, ante un público que abarrotaba una sala cuyo aforo se quedó pequeño, y luciendo la mejor de sus sonrisas y un envidiable sentido del humor, Thubten Wangchen, asesor del Dalai Lama y director de la Fundación Casa del Tíbet de Barcelona, disertó ayer en el Musac sobre la situación de un país ocupado por China hace casi cincuenta años. «Una nación con nuestra propia historia, cultura, lengua y filosofía, pero que a consecuencia de su invasión ha perdido su libertad y su independencia». Más de un millón de tibetanos, «mi propia madre fue una de las víctimas», murieron en el transcurso de una salvaje ocupación que se desarrolló cuando el monje contaba sólo cuatro años de edad. «Escapamos a través del Himalaya, escondiéndonos por el día y huyendo por la noche, hacia Nepal, hacia India. No recuerdo mucho, no podía jugar y mi padre me cogía de la mano». La cita, que forma parte del ciclo de conferencias que tiene programado el museo, tenía como principal objetivo denunciar la situación de una nación, cuya extensión es la suma de España, Francia y Alemania juntas, que políticamente no forma parte del actual mapamundi. «No quiero hablar mucho de eso, no es alegre, es hablar de sufrimiento, sangre y dolor». El exilio en la India del Dalai Lama, los más de 130.000 tibetanos repartidos por todo el mundo, la mayoría en India y Nepal, y el inevitable apostolado religioso, centraron las disertaciones de un hombre que se metió al público en el bolsillo con su buen humor y su contagiosa risa. «Somos buenos pero no perfectos, también hay chinos buenos, entre tantos millones tiene que haber alguno (risas)». Pese al buen humor que inundaba el recinto, Thubten no tuvo reparos en denunciar a una superpotencia mundial en la que «no hay democracia, ni libertad de expresión, ni de religión, ni de educación, ni derechos humanos». «Tíbet -prosigue- «es muy rico de forma natural, tenemos uranio, bosques, montañas, el río más importante del mundo, hasta el oso panda. Dicen que es chino, pero es tibetano (risas), nace allí». Tras denunciar unas cárceles atestadas de lamas, denunciar que «para los comunistas chinos la religión es veneno, es el opio del pueblo», y comparar al Dalai Lama con Zapatero, «Zapatero de León, ¿no? (risas), es la máxima actualidad política», arrancó las carcajadas del público. «Franco murió ¿no? (risas), la muerte le llega a todos, da igual como seas y los millones que tengas, no puede escapar nadie». Un torrente de reivindicativo optimismo cuyo mensaje final resumía así: «El ser humano tiene una importante tarea, ser mejor que los animales, desarrollar el valor espiritual, el amor, la comprensión y la bondad».