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Publicado por
MIGUEL ANXO FERNÁNDEZ
León

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CON puntualidad divina, poco después de las 16.30 del lunes, la comitiva cardenalicia recorrió en vistosa y solemne procesión, la distancia entre el Aula de las Bendiciones y la Capilla Sixtina, seguidas en insólito directo por la televisión vaticana. La ceremonia para elegir al Papa número 265, estaba en marcha, y con el acompañamiento de las cámaras se confirma que la Iglesia de Roma está dispuesta a sacar partido a la maquinaria mediática como parte de una inteligente campaña de imagen que nadie se atreve a proclamar en voz alta pero que todos admiten por la boca pequeña. La lujosa escenografía ostentada por el Vaticano entre la muerte de Juan Pablo II y quien será su sucesor, no tiene precedentes históricos. Acompañaron a los técnicos varios guardias de seguridad para impedir que sus cámaras miraran a otro sitio que no fueran los cardenales, el rito previo o la magnificencia pictórica de la Sixtina. Para dar mayor realce a la cosa. Por supuesto que los canales del orbe global se apuntaron a darlas, en directo o en diferido, que un espectáculo así ni se da todos los días, ni el mismísimo Hollywood fue capaz de recrear. Las imágenes del lunes envejecieron repentinamente al filme hasta ahora referente en cuanto a recreación de un cónclave: Las sandalias del pescador (Michael Anderson, 1968). Y el nuevo Papa ya no podrá dar marcha atrás¿ catódica.

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