La postal de Alfredo

S E VEÍA venir y apenas 24 horas después, las teles se lanzaron al agradecido deporte catódico de pillar anécdotas y curiosidades sobre el nuevo heredero del pescador Pedro. Hubo varias, alguna muy cogida por los pelos, pero Gente (La Primera) mostró la más curiosa, tanto que podría ser suculenta materia de psicólogos y vaticanólogos. El protagonista se llama Alfredo y regenta un albergue de peregrinos del Camino. El hombre seguía el funeral por Juan Pablo II en la tele junto a unos amigos, y cuando vio al oficiante de la misa, su cerebro procesó e inmediatamente les dijo alborozado que aquella cara le sonaba. Era más, afirmó que sería el futuro Papa y hasta les adelantó el nombre. El pitorreo fue mayúsculo, pero Alfredo no se rindió. Colecciona postales que le envían los numerosos peregrinos que pasan por allí y se puso a buscarla. Finalmente dio con lo que buscaba. Recordaba a aquel hombre porque había mantenido con el una larga conversación entre las paredes del albergue unos cinco años atrás. Le pareció un señor fuerte, capaz de «ir andando de Santiago a Roma» como si tal cosa. Y allí estaba la postal enviada desde algún lugar de Francia con la firma de Ratzinger. Por si acaso la contrastaron. No había duda. Ahora bien, lo sorprendente es que al final añadía en letra muy clara «futuro Papa Benedicto XVI»¿