Diario de León

¿Me vende diez libros huecos?

La jornada de ayer nos deparó extrañas ideas sobre «El Jarama», una monja experimentada y el lado más estético de la literatura

Publicado por
M. Ángel Nepomuceno
León

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«Como sigamos así, pronto va a ver más escritores que lectores», sentenciaba ayer tarde un conocido ex concejal de cultura que no dejaba de maravillarse de la ingente cantidad de publicaciones que cada año se producen. «Lo peor de todo -decía mientras hojeaba con displicencia la última edición del libro de Urdaci-, es que pese a las encuestas, lo cierto es que se lee poco y sólo se consume. Se compran libros por mimetismo, porque lo compra el vecino, o los medios insisten tanto que parece que si no tienes en tu casa una de esas ediciones baratas del Quijote luciendo lomo al lado del Corripio, puedes ser mirado como sospechoso por los vigilantes de la cultura impresa. Se compra y no se lee. Y si no me crees acércate a ese que está comprando El Jarama y pregúntale si sabe quién es Ferlosio y por qué lo compra». Sin pensarlo dos veces me aproximé al joven y se lo espeté. Me miró como diciendo ¿de qué va este tío? Y como si escupiera algo que le sabía mal me dijo sin mirarme: «Porque están de moda ahora las carreras de coches y me han dicho que quien lo escribe es un fenómeno». Sin saber que contestarle le insinué: «En efecto, y léelo con el cinturón puesto». Ayer el tiempo se alió con los libreros y por la tarde ya tenían otras caras. Al menos con Paco, el alejandrino, que me comentaba: «Ves, este de García Márquez es el más manoseado pero el menos vendido. A ese precio la gente espera a que salga en bolsillo». La lluvia parecía no ir con Javier, que ni se inmutaba ante la escasez de ventas. «Mañana irá mejor, esto es normal». Continué recorriendo las casetas y me acerqué a la de Lobo Sapiens. Una atractiva joven me sonrió mientras hojeaba el simpático relato de Ricardo Magaz A 10.000 la hora y si tardas algo más no pasa nada . La historia de una monja leonesa que se va a Madrid en busca de experiencias espirituales y se encuentra con lo que no espera. «Ese se vende bien, pero el que más, el de Emilio Gancedo, L a Hoja del Roble », me dijo. Si lo llegas a saber, Milín, te hubieras quedado con todos los derechos y a estas horas no estarías maquetando la página de este mirón. Lo mejor, lo de la señora que le pidió a Miguelín, el de Maisa, diez ejemplares de libros huecos, «Si hombre, como esos que venden en las mueblerías para hacer el efecto de biblioteca». Allí dejé el bueno de Miguel reponiéndose del espasmo.

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