INTERFERENCIAS
Morir en Irak
TODO VA según lo previsto en la rutina televisiva. Producida su ilegal invasión, bombardeadas sus ciudades con saña, Irak dejó de ser portada para relegarse a la zona intermedia de los informativos, cuando toca, claro. Pero los muertos no cesan. Más de un centenar desde el pasado viernes y Occidente con la sensación de que le importa un comino lo que allí ocurra. De propina, aparece un vídeo con un ciudadano australiano secuestrado, recuperando la macabra escenografía de un ser humano desesperado con un arma apuntándole a la cabeza mientras afirma que no desea morir. Pobre desgraciado. Y en esto que Laura Bush hace chistes sobre su marido George, de misión cumplida en Irak. Ante un auditorio regocijado, indiferente a lo que sucede a miles de kilómetros de distancia. Lo más preocupante es que hasta las imágenes con los estropicios de los coche-bomba, parecen light, sin mostrar los cadáveres, como si las teles quisieran evitar la sangre. No son plato de gusto sacarlas a la hora del almuerzo o de la cena y hasta parece higiénico no servir cadáveres a la mesa en aras de la llamada autorregulación, pero en Irak sigue habiendo muertos, muertos muertos a causa de una gran mentira. Mientras Georges Pinocho Bush ríe los chistes de su esposa y los telediarios optan por un perfil bajo en la cobertura de Irak.