INTERFERENCIAS
Invierno en Bagdad
PIQUERAS se apuntó un buen tanto al emitir como estreno el documental de Javier Corcuera, Invierno en Bagdad , producido por Elías Querejeta y galardonado en el reciente Festival de Cine de Málaga. Enfoque recordó el segundo aniversario de la guerra de Irak, con cualificados invitados que supieron a muy poco en apenas una hora. El tema daba para mucho considerando lo mal que sigue el asunto a estas alturas, sobre todo después de confirmarse lo sospechado: que Bush edificó su guerra sobre una descomunal mentira. Seis contertulios fueron demasiados. Claro que, el filme mitigó el efecto de escasez. Sorpresa en las imágenes de Corcuera apenas hay, porque resulta fácil imaginar las secuelas de una guerra sobre la población civil. Tan saturados estamos de traumas psicológicos, de amputaciones y de horribles disminuciones físicas, que verlos en la tele una vez más, casi resultan cotidianos. Con todo, subrayar lo obvio nunca sobra ante quienes todavía defienden argumentos favorables a la carnicería iraquí. La fuerza emotiva de Invierno en Bagdad está en sus pinceladas de vida cotidiana en una ciudad con olor a muerto. Como buscando una mínima esperanza con las voces de los niños. Todavía juegan al fútbol, a las canicas o al truco, entre las ruinas. Que lo reemitan en prime time, aunque compita con Los Serrano o Aquí no hay quien viva...