INTERFERENCIAS
Leningrandsky
NIÑOS de la calle abundan por el mundo. En Moscú también. El documental polaco, galardonado con el Oscar, Los niños de la estación Leningradsky , metió sus cámaras en un submundo que aflora lo peor de la condición humana. Previamente, Erquicia recordó en la apertura de Documentos TV (La 2) que los cálculos apuntan a que cada año unos cien mil niños de edades desde cinco años, huyen de sus hogares a causa de problemas familiares relacionados con la violencia, el alcohol y la pobreza. Parece cómodo filmar algo así porque los críos son bien visibles en Leningradsky, pero conviene recordar que Putin tiene su reino muy a bien y de modo peculiar. Por eso parece obligado el recurso a la clandestinidad por parte de los realizadores polacos, metiendo cámaras y un foco en las tripas del metro moscovita, o sacándolas al exterior para filmar algunas peleas callejeras y escenas de complicada digestión para un occidental del llamado primer mundo. El documental sostiene su atractivo en los testimonios de los chavales, algunos sobrecogedores, porque trabajos de corte parecido abundan para desgracia de una sociedad que mira a otro lado. Encima, la policía rusa está para reprimirles, nunca para identificarlos, retornarlos a sus hogares o simplemente para ponerlos bajo protección institucional.