Juan Manuel Díaz-Caneja, un poeta del paisaje

«Tuvo todos los reconocimientos, a pesar de lo cual sigue siendo un pintor secreto». Así se refirieron a Juan Manuel Díaz-Caneja (Palencia, 1905 - Madrid, 1988) tanto la directora de Museo Reina Sofía, Ana Martínez de Aguilar, como Enrique Andrés Ruiz, comisario de la muestra que el museo público acoge para celebrar el primer centenario del nacimiento del mal conocido pintor palentino. Caneja, que se formó con Vázquez Díaz y asimiló las enseñanzas de Matisse y Cézanne, está considerado como un renovador del paisaje, temática a la que concedió, a caballo entre el cubismo y la abstracción de corte poético, una dimensión plástica que hacen de él un «poeta del paisaje». Una definición que no fue del agrado del artista, que con enorme retranca afirmó en alguna entrevista no recordar haber pintado un sólo paisaje. Sin embargo, el grueso de su obra, como testimonian las setenta pinturas y la decena de dibujos que el Reina Sofía reúne hasta el próximo 29 de agosto, lo constituye su interpretación del paisaje castellano. Una singular andadura plástica que supuso una búsqueda del equilibrio entre la estructura y el color. Enrique Andrés Ruiz evocaba la trayectoria de Caneja, su formación inicial en el taller de Daniel Váquez Díaz, su contacto en los años treinta con Benjamín Palencia y Alberto Sánchez, precursores de la Escuela de Vallecas, y su visita a París en es los mismos años. «Se hizo entonces evidente la huella de Picasso, Matisse y Braque que se dejará notar en su obra hasta los años setenta», afirmaba el comisario. La Diputación de León ha prestado a la exposición cinco obras de Díaz-Caneja pertenecientes al Instituto Leonés de Cultura. Además de las pinturas, la muestra incluye algunos documentos como una carta ilustrada con dibujos que le envió su amigo Benjamín Palencia.