| Entrevista | Rosaura López Lorenzo |
«El asesino de Lennon llegó a casa como si fuera un admirador más»
La gallega Rosaura López firma hoy en la librería Artemis de León ejemplares de su primer libro, «En casa de John Lennon», donde cuenta cómo era la vida cotidiana del gran Beatle
Pocos saben que la asistenta de John Lennon y de Yoko Ono era española y además, de Pontevedra. Con treinta años emigró a Nueva York siguiendo los pasos de su esposo y el azar le llevó a servir en el célebre edificio Dakota , donde entró en contacto con la familia más famosa del mundo de la música (aunque entonces ella prácticamente lo ignoraba). A partir de ahí comenzó una relación no sólo laboral, sino sobre todo afectiva, casi familiar, que ahora cuenta con todo detalle en En casa de John Lennon . -¿Cómo llegó una hija de panaderos de Cerdedo a servir en casa de una de las mayores estrellas del siglo XX? -Mi marido marchó a trabajar a Nueva York en 1959, y yo lo hice tres años más tarde por un problema con el visado. Después de criar a mis dos hijos, encontré trabajo en el edificio Dakota , en casa de la señora Stanley. Cuando ella se marchó a Londres, otra familia le quiso comprar el piso y ella se lo alquiló, pero con una condición, que se quedasen conmigo para que no perdiese el trabajo. Eran John Lennon y Yoko Ono. -¿Usted sabía en casa de quién iba a entrar a trabajar? -Yo ya había oído hablar de los Beatles, que aparecían en algunos de los mejores shows de Estados Unidos, como el de Ed Sullivan, pero no sabía mucho más. -¿Cómo eran los Lennon?, ¿se portaban bien con usetd? -John era una excelente persona. Era un gran padre y un gran amigo, y deseaba el bien para todos; quería que todo el mundo estuviese contento. También era muy casero, y salía a mucho a pasear con su hijo, era muy cariñoso con él. Se pasaba mucho tiempo en su habitación, componiendo... me decía «Rosa (ellos me llamaban así), a ver si puedes tener la habitación lista en cinco minutos», y se encerraba allí. A veces había hasta diez o doce tazas de té vacías en ella, porque se lo preparaba en la cocina, las llevaba a su cuarto y no las devolvía. -¿Nunca les hizo alguna comida española típica? -No, porque yo no les cocinaba. Además, eran vegetarianos. Lo que sí le enseñé a John fue a hacer pan. También les hice alguna empanada gallega, pero no la comía porque decía que eso engordaba mucho. Estaban muy delgados, y Yoko Ono lo sigue estando. -¿Tenían alguna manía especial? -Bueno, por ejemplo, en su cama tenían, en el cabecero y a los pies, dos bancos de iglesia. John decía que en esos bancos había rezado mucha gente y seguro que alguno habría rezado por él. -¿Cómo vivió el asesinato de John? -Yo ya no estaba con ellos, pero seguía trabajando en el edificio. El día antes del atentado yo estaba con otras personas, abajo, y llegó Chapman; habló con nosotros como si fuera un admirador más de John Lennon. ¡Si yo hubiera sabido o sospechado lo que iba a hacer...! -¿No fue un poco duro aprender el idioma a los treinta años? -Pues sí, pero me ayudaban otros gallegos con los que me encontré allí. -¿Sigue manteniendo la relación con la familia? -Sí, Yoko sigue viviendo en el mismo edificio y yo vivo en Nueva York, aunque los veranos vengo para Galicia. Nos vemos a menudo. Cuando le pedí permiso para publicar el libro no sólo me lo dio, sino que me animó mucho a hacerlo. Me acuerdo que una vez, cuando trabajaba para ellos, llegué a casa un poco acatarrada, porque iba algo desabrigada, y Yoko, al verme, me dio su tarjeta de crédito y me dijo que me comprase un abrigo, el que quisiera. Me compré uno de cachemir que aún tengo, después de 20 años. Hora: 13.00 Lugar: calle Villa Benavente, 17.