| Entrevista | Daniel Kehlmann |
«El periodismo sin escrúpulos, por desgracia, está de actualidad»
El «niño prodigio» de las letras alemanas se da a conocer en España con «Yo y Kaminski», cruda sátira sobre la prensa
Con treinta años, el austriaco Daniel Kehlmann (Viena, 1975) se ha ganado el título de niño prodigio de la letras alemanas. Marcel Reich-Ranicki, el temido pope de la crítica germana, se ha deshecho en elogios hacia este joven narrador. Se da a conocer al lector español con Yo y Kaminski, una cruda sátira sobre las patrañas periodísticas, artísticas, intelectuales y vitales. -Satiriza con la misma furia a periodistas y artistas? -Sí. A cualquiera que base su vida en la mentira y en la manipulación. Es una novela básicamente satírica y con afán de criticar lo que yo creo está mal dentro del mundo del periodismo, del arte e intelectual. La sátira es idónea para abordar temas muy serios. -¿Habla de oído o conoce el mundo del periodismo? -Conozco el paño. He compaginado el periodismo con la literatura. Creo que es una profesión importante y necesaria, pero en la que no todo es trigo limpio. Por desgracia en el periodismo del que hablo hay engaños y, como vemos a diario, unas patrañas que no dejan de proliferar. Un periodismo sin escrúpulos que está de plena actualidad. -¿No quedan informadores honrados? -Sí. Pero hay que discriminar entre los periodistas auténticos y los que buscan prestigiarse muy rápido y hacer carrera sin reparar en los contenidos. Está claro que es más fácil hacer una carrera en el periodismo que en la física nuclear o en la cirugía coronaria. -¿Todos sus escritos son tan satíricos? -No. Me gano la vida con la literatura desde los 22 años. Mis novelas anteriores no eran tan cáusticas, pero sí tenían elementos cómicos. -Marcel Reich-Ranicki, el gurú de la crítica alemana, le ha puesto por las nubes. ¿Sorprendido? -La verdad es que sí. He discrepado a menudo con Ranicki y no comparto muchas de sus apreciaciones. Pero que quiere que le diga, me dio una gran alegría cuando recomendó mi libro tan efusivamente. -De las letras austriacas conocíamos a Thomas Bernhard o Peter Handke, ¿algo que ver con ellos? -En absoluto. Me muevo en un polo totalmente opuesto.