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EL SELLO DEL CONQUISTADOR

El oro de Hernán Cortés pagó la torre renacentista del XVI Las armas de los Cortés aparecen junto a las de los Quiñones

Uno de los emblemas de la ciudad es la atalaya toscana que se divisa desde cualquier lugar del casco antiguo y que es heredera de una historia surcada por la conquista azteca del héroe extremeño

La torre renacentista con las armas de Cortés

Publicado por
Cristina Fanjul - león
León

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Uno de los capítulos menos conocidos de la historia de León es la que hace referencia al matrimonio entre el conde don Luis y la hija de Hernán Cortés, María. Este desposorio suponía la consumación de un buen partido para ambos contrayentes. Era la unión entre el linaje de la sangre y el del dinero, entre la nueva y la rancia nobleza. Una de las consecuencias de este enlace fue la continuación de la remodelación del palacio con el fin de adecuarlo a los gustos renacentistas italianos de la época. Margarita Torres explica que para la mayoría de los especialistas, como Campos y Rivera, la torre del palacio se debe sin duda a la iniciativa de Don Luis de Quiñones, que puso en marcha el proyecto durante los primeros años de 1570 aunque no llegó a finalizar el trabajo. En cambio, sería su hija Catalina, la última condesa en llevar el apellido Quiñones, la que se haría cargo del remate. Hasta la muerte de Catalina, ésta y su esposo residen en León. Al tratarse de una construcción de su linaje y pagada con el dinero obtenido por Cortés en la conquista de México, es evidente que es la condesa la que culmina las obras de la torre, colocando en ella su propia armería. Las armas de Hernán Cortés fueron un palado de oro y gules con bordura de azur cargada de ocho cruces de Jerusalén de plata. Tras la conquista, el emperador le premió cambiando su heráldica, aunque preservando en escusón las originales. Debido al hecho de que María Cortés no fue la sucesora en el mayorazgo de su padre, el conquistador de los aztecas, ésta debe alterar sus armas retomando las primitivas. El desplome del linaje A la muerte de la condesa Catalina, a partir de 1574, las permanentes ausencias de los poseedores de este título acabarán con las relaciones entre los Quiñones y León. Será a finales del siglo XIX cuando Bernardino Fernández de Velasco concede plenos poderes a sus administradores y apoderados para que se ocupen de las fincas que posee en la ciudad de León. En 1878, incluso se llega a arrendar el palacio por un periodo de siete años, espacio que se destinará a salón de bailes. Dos años después, un hidalgo, pedro Álvarez Carballo, aprovechándose de la ruina de la Casa, decide adquirir el palacio. Su muerte traslada el conjunto de propiedades a su hermana, que continuará dando al inmueble los usos decadentes que todos conocen: salón de baile, Banco de España, casa de vecinos, bar, tiendas de fruta... Declarado de Interés Cultural, los últimos años han servido para retomar la hazaña de devolver al palacio el esplendor que tuvo desde el siglo X hasta el Renacimiento. Este detalle de la torre renacentista muestra las piedras armeras con los emblemas de Catalina Quiñones Cortés, condesa de Luna. La armería Quiñones es una constante en la torre, mientras que la que aparece a la izquierda pertenece a la familia Cortés. Ambas sólo pueden aparecer combinadas durante el matrimonio del conde Luis y María Cortés o en los años del vástago de esta unión: Catalina.