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Publicado por
ENRIQUE RUEDA
León

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NO es ni ha sido fácil para la historia del arte definir y acotar su objeto de estudio: el arte. Tenemos perfectamente definidas todas las representaciones artísticas que paralelas a los hechos históricos han recorrido los siglos. Sin embargo, la estética, los artistas, críticos e historiadores contando con todos los medios a su alcance siguen dando respuestas divergentes al contenido de esta disciplina. Para Hegel el arte es un todo, es la conjunción del espíritu y la forma, de lo finito en lo infinito, de lo real y lo ideal, de lo subjetivo y lo objetivo. Bien, en esas estamos y nos asomamos al otro lado de la ventana, a la realidad cotidiana que parece no haber asumido ese todo hegeliano. Un mundo cada vez más homogeneizado, más igual, en el que se ofrecen pocas oportunidades a la reflexión, donde se nos escapa el tiempo sin apenas poder asumirlo. Llegan nuestros responsables en materias de educación y deciden que la historia del arte ya no es tan necesaria y debe perder la autonomía como disciplina de estudio en nuestras universidades. Si, a pesar de los esfuerzos, por sus características intrínsecas, es una materia compleja a la hora de lograr su ciencificidad, ahora poco a poco puede ir agonizando lejos ya de horas de investigación. Todo ello sin mentar ,ni imaginar qué sucederá cuando a las consabidas dificultades de supervivencia que tienen en nuestra sociedad quienes dedican sus esfuerzos e ilusión a esta disciplina, se sume este negro panorama que se avecina. Que nadie dude que se perderán no solo muchas posibilidades de seguir conservando y estudiando como merece nuestro extenso y rico patrimonio histórico-artístico, sino que también algo en nosotros cambiará.

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