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Publicado por
FRANCESC P. BURGUERA
León

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LAS TROPAS FRANQUISTAS se incautaron de una buena parte de la documentación existente en el archivo de la Generalitat de Cataluña y la trasladaron al Archivo de la Guerra Civil, rompiendo, así, la unidad del archivo de la institución catalana. El Ayuntamiento salmantino se opone a la devolución de estos documentos a su legítimo dueño y convoca a los ciudadanos a manifestarse en contra y en defensa de la unidad del citado Archivo de la Guerra Civil. El PP ha aprovechado la ocasión para adherirse a la convocatoria, organizando una flota de autobuses para facilitar a sus militantes y simpatizantes la presencia en este pasacalle en defensa de la «unidad de archivo». Uno sabía, por las encuestas de opinión, que entre las preocupaciones prioritarias de la ciudadanía se encontraban el paro, el terrorismo, la inmigración, la vivienda... Motivos todos que harían comprensible, y justificarían, las manifestaciones pidiéndole al Gobierno solución a estos problemas. Lo que no podía imaginar es que, entre las preocupaciones del pueblo soberano estuviese, también, la «unidad de los archivos». Hasta el punto de salir a la calle a manifestarse en su defensa. A no ser que esta defensa se disfrace con argumentos colaterales y manipulados. Un periódico madrileño publicaba un editorial en defensa de esta manifestación diciendo que la reivindicación de los documentos reside en síntesis en que los catalanes combatieron por la República y fueron derrotados por Franco, que expolió los papeles de la Generalitat y se los llevó a Salamanca, capital de la insurrección armada y vestigio de la España imperial. Todo ello es una burda falsificación de la historia porque hubo catalanes que combatieron contra Franco y otros que le apoyaron, al igual que sucedió en Salamanca donde, por cierto, hubo una represión contra los republicanos. Esto sí que es una manipulación indecente, mezclando churras con merinas para marear la perdiz. Toda esta cháchara verbal está de sobra. Lo lógico habría sido que, una vez recuperada la democracia, se hubiesen reparado los desmanes cometidos por el régimen franquista. Pero este es un país extraño. Un país en el que, los políticos que se dicen demócratas se lanzan a la calle para legitimar los atropellos cometidos por la dictadura, para que no se reparen sus tropelías. Recordemos que hace pocos años, un conocido intelectual castellano legitimó la permanencia de los documentos de la Generalitat en Salamanca «por derecho de conquista». Y el conquistador fue el general Franco con sus tropas.

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