Desesperadas

CURIOSO fenómeno el de las series que nos llegan de los Estados Unidos como grandes éxitos de audiencia en base a su excelente tono formal y a su marcada originalidad. Como Mujeres desesperadas (La Primera). Y resulta curioso porque se aprecia una notoria distancia entre estas series y la media general del cine que Hollywood factura para la pantalla grande. Como respondiendo a una audiencia distinta. Las películas son megaproducciones saturadas de pirotecnia, ruido y efectos especiales, que satisfacen al público juvenil o casi, mientras las productoras consideran que el consumidor adulto busca refugio en la tele. Un juego a la inversa que invita a la reflexión. En Mujeres desesperadas aflora lo bueno y lo malo de la sociedad considerada más avanzada del mundo en nivel de vida (dejemos al margen su escasa pasión por la cultura¿). A través de personajes femeninos y guiones trazados con extraordinaria habilidad, el espectador percibe un producto riguroso y bien acabado, cuyas trampas ideológicas (que las hay) son parte de la oferta. Obligan a ser receptores activos. Ya quisiéramos una oferta semejante en las televisiones españolas, saturadas de sitcom gritonas en busca de la carcajada fácil. La vida es mucho más, y los productores norteamericanos ya entendieron el mensaje. ¿Cuándo aquí?