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Mignogna pensó en León para ambientar «El viento»

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efe | madrid

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Eduardo Mignogna se enfrentó al momento más duro de su vida, la muerte de su madre, durante la escritura del guión de El viento , que se estrena en España el 8 de julio. El director argentino se vio tan influenciado por este suceso que no tuvo por más que reflejar todo su dolor en esta película que habla de la culpa, la justicia y el amor. Una película que pensó ambientarla en un pueblecito leonés durante la guerra civil, aunque finalmente a Mignogna le tiró su tierra y creyó que era mejor situar la acción en Argentina y que el hombre fuera un campesino de la Patagonia. Los actores Federico Luppi y Antonella Costa dan vida al campesino y a su nieta, que se reencuentran tras diez años sin verse, tras el fallecimiento de la madre de la joven. Frank (Luppi) nunca ha salido de su pueblo, pero la muerte de su hija le hará embarcarse en un viaje de iniciación hacia Buenos Aires para dar la noticia a su nieta Alina, que nunca supo quién fue su padre. Frank irrumpirá en la vida de la joven doctora, que tiene un novio pero mantiene una relación paralela con un colega casado, para traer a la vida de la joven un secreto que había jurado no desvelar nunca. La corta estancia del abuelo renovará los lazos afectivos y permitirá a Alina recapacitar sobre su vida y sus sentimientos. La guionista Graciela Maglie también perdió a su madre durante la gestación del guión y, como Mignogna, también quiso plasmar ese dolor en la cinta. «Hasta que no ocurre uno no se puede imaginar el dolor que produce», explicó ayer el director de títulos como Cleopatra , La fuga , El faro , El desquite o Sol de otoño . «Es un dolor brutal», apuntó, reconociendo que «la muerte de mi madre tiñe la película». La que más tiempo le llevó El viento es el largometraje que más tiempo le ha llevado hacer a su director. «Toda una vida soñé escribir algo relacionado con la identidad, la culpa, la justicia, el amor y, por encima de todo, el dolor», subrayó quien reconoce que con este filme «he tocado el cielo con las manos». «Frank es alguien que necesita pagar una deuda y encontrar el orden», explicó por su parte Luppi, quien destacó que hoy «parece ingenuo» que un hombre, después de 28 años de cometer un delito, quiera pagar por ello.

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