Diario de León

Escritores y pintores solidarios

Los escritores Victoriano Crémer y Pedro Trapiello y los pintores Ramón Villa y Seve Trapiello conocieron de cerca las terapias ecuestres que realiza la Fundación Carriegos

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Noelia M. Castellanos - león
León

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«Me maravilla ver cómo estos hombres son capaces de adquirir la costumbre de dominar la situación, dominar sus propios sentimientos por dedicarse a los niños», estas son algunas de las palabras que el periodista, poeta y escritor Victoriano Crémer dedicó a los trabajadores de la Fundación Carriegos en la visita que realizó ayer junto al columnista Pedro G. Trapiello y los pintores Seve G. Trapiello y Ramón Villa. Estos cuatro personajes del mundo de la cultura recorrieron las instalaciones y conocieron las labores y terapias ecuestres que se desarrollan en el caserío que la Fundación tiene en la localidad de Robledo de Torío y donde estos días se desarrolla un campamento de niños y jóvenes paralíticos procedentes de Oviedo. Crémer describió a los caballos como uno de los animales «más finos, más bellos y más inteligentes que existen» además de elogiar la labor de atención a personas discapacitadas, en su mayoría niños, que lleva a cabo dicha organización de León a través de la técnica de la hipoterapia y felicitó a los monitores y terapeutas que atienden a los pequeños. Por su parte, el presidente de la Fundación, Santos Llamas, agradeció la visita y la sensibilidad de los visitantes y les pidió que «con sus plumas, sus papeles y sus artículos apoyen a la fundación porque con ello apoyarán también a los niños». Aprender de los más pequeños Los niños son, sin duda alguna, junto a los caballos, los verdaderos protagonistas de toda esta historia. A este propósito, Victoriano Crémer, aseguró: «Yo creo que con un poco de cuidado y atención llegaremos a percibir que las razones, los signos y las claves para la convivencia real con los niños es atender a lo que dicen, lo que piensan y como sienten», a lo que añadió, «necesitamos convertirnos un poco en niños para llegar, cuanto menos, a entenderlos». Sin embargo, y con la gracia y la labia que le caracteriza, Crémer reconoció que a pesar de ser «un hombre fuerte, duro y sometido a muchísimas pruebas» hay una que no ha superado nunca, «la de enseñar a los niños y estar con ellos, sobre todo cuando carecen de la capacidad que a mi se me antoja debe tener un niño. Por eso felicito a todos cuantos se han hecho cargo de esta labor». Tras la intervención, de Crémer, Pedro G. Trapiello comentó que el resto suscribían «íntegramente, sin descontar una preposición todo lo que ha dicho el maestro» porque, aseguró, «no se puede decir más, mejor y con tanta buena tripa como tiene Victoriano».

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