A la espera del próximo Mankell, K. O. Dhal, ya considerado su heredero, se estrena en castellano
La novela negra del norte de Europa llega a España para refrescar el verano
Escritores centroeuropeos y nórdicos toman posiciones en el mercado español
El eco logrado por el sueco Henning Mankell con su ya imprescindible policía Wallander ha animado la entrada de otros autores del genero procedentes de latitudes frías y muy poco conocidos en España. El verano es óptimo para dejarse refrescar por las trepidantes historias de estos detectives de gesto gélido, que ofrecen un rico contrapunto al investigador mediterráneo, flemático y gastrónomo, de fácil aceptacion por el lector patrio: Carvalho, Montalbano, Jaritos. Ahora que Mankell jubila a Wallander (cede el papel a su hija Linda en la novela que Tusquets lanzara en el 2006), el considerado su heredero, el noruego K.O. Dahl, tras diez años de éxitos en Escandinavia, desembarca en Espana con La muerte en una noche de verano, en Planeta, que ya trabaja en el segundo volumen. El viudo y tristón comisario Gunnarstranda y su avispado ayudante Frolich ponen al descubierto la falacia del bienestar noruego, quebrado en los 80. Trama y problemas íntimos del policía se conjugan a imagen y semejanza del patrón Mankell. Otra pluma noruega, Anne Holt, debuta con Castigo, primera aventura del comisario Stubo y la psicóloga Vik. Ediciones B ya cocina la segunda, Lo que nunca ocurre, para el 2006, para cuando prevé que el público vaya conociendo a Holt (reportera, ex policía, abogada y ex ministra de Justicia) y la aupe a best-seller. Sin embargo, es su serie sobre la detective lesbiana Wilhelmsen, inédita aquí, la que la ha empujado al estrellato en tierras nortenas. Muerte en Hamburgo Pero los noruegos no estarán solos en su intento por conquistar al lector veraniego, que verá cómo otro autor en la órbita de Mankell, Craig Russell, debuta en España. Nacido en Escocia y residente durante años en Hamburgo, ambienta en esta ciudad las pesquisas del inspector Fabel. Roca apadrina el bautismo del comisario-historiador, que investiga varios asesinatos brutales en Muerte en Hamburgo, éxito de ventas en Gran Bretaña. Russell podría iniciar aquí un camino fructífero similar al trazado por su compatriota Ian Rankin con los casos del brumoso Rebus. Menos suerte está teniendo el alemán Berharnd Schlink, aunque Anagrama porfía en que poco a poco su Selb acabe calando. Ya sucedió con otra novela de Schlink, El lector, que despachó trece ediciones desde 1997. Ahora, con El fin de Selb , cierra una trilogía del detective y ex fiscal nazi que es una verdadera crónica de la Alemania del siglo XX. Igual de duro está resultando para el inspector Studer, creado por el austríaco ya fallecido Friedrich Glauser (1896-1938) y que sólo la paciencia de Acantilado sacará del anonimato. El lector hallará un suculento postre en Cazadores de humanos (Alba), ameno ensayo y best-seller del antropólogo Elliott Leyton que desmonta los mitos del asesino en serie y reconstruye la conducta de algunos de los más famosos. De fiesta están los fieles de dos de las damas del crimen más relevantes del momento (Sue Grafton y Donna Leon), que amplían sus ya extensos catálogos. Como tercera opción, otra dama, Batya Gur, que acaba de fallecer de cáncer.