Palat del Rey abrirá sus puertas en 2006 tras veinte años de abandono

San Salvador de Palat del Rey, la más antigua iglesia de la ciudad de León, cuyos orígenes se remontan al siglo X, ha sufrido toda una larga historia de abandono y olvido. Desde hace nada menos que veinte años, el que es uno de los ejemplos del estilo mozárabe más destacados del viejo reino había permanecido cerrado o empleado como almacén de pasos de Semana Santa, padeciendo humedades y sufriendo el que es, a juicio de los expertos, el mayor peligro para un edificio de estas características: la falta de uso. Ante esta situación, la Fundación del Patrimonio de Castilla y León (entidad formada por las seis cajas de ahorro de la autonomía y la Junta) decidió intervenir y emprender una intensa rehabilitación del inmueble cuyo objetivo fuera, ante todo, poner en valor este auténtico emblema arquitectónico e histórico, testimonio en piedra del León medieval, cuyas funciones pasasen tanto por lo litúrgico como por lo museístico y divulgativo. Una concesión problemática Sin embargo, las trabas surgieron antes incluso de comenzar los trabajos, ya que el Ayuntamiento tardó, según fuentes de la Fundación, más de ocho meses en conceder la licencia de obras, que se hizo efectiva por fin el pasado mes de mayo. Desde entonces, según las mismas fuentes, se ha actuado con rapidez, y gracias a una inversión cercana a los 500.000 euros la rehabilitación podría estar terminada para diciembre de este año. El edificio abriría sus puertas en los primeros meses del 2006. Ayer, el actual presidente de la Fundación del Patrimonio, el leonés Victorino González Ochoa -presidente también de Caja España- visitó Palat del Rey para conocer personalmente el estado de las obras. Allí se reunió con el arquitecto encargado de los trabajos, Enrique Luelmo, con el delegado diocesano de Patrimonio, Máximo Gómez Rascón, y con otros miembros de la Fundación del Patrimonio. González Ochoa hizo ver que, de no ser por el respaldo de las seis cajas de ahorro implicadas, «esta actuación hubiera sido imposible», y se felicitó por el «buen ritmo» que llevan las obras de remodelación de un edificio declarado Bien de Interés Cultural que posee «una importancia excepcional». Los trabajos se dividen en tres fases de intervención distintas que están teniendo lugar a un mismo tiempo: en primer lugar, la propia actuación sobre el inmueble (limpieza, adecuación, pintura), en segundo lugar, la rehabilitación de su retablo, y, finalmente, la creación de un centro cultural en el que se divulgue la historia y características de la iglesia y se expongan algunos restos arqueológicos hallados tanto en sus instalaciones como en su subsuelo.