| Cine | La ciudad del pecado en la capital |
El retorno de un fracasado
Mickey Rourke domestica su lado salvaje y relanza su carrera en «Sin city», la última película del director Robert Rodríguez que ayer se presentó en Madrid
Mickey Rourke dice a la gente de Hollywood que le dio por acabado: «Joderos, que mi trabajo hable por mi». Arrepentido por su actitud en el pasado y consciente de que el mundo del cine es un negocio, el sex symbol de los años noventa quiere demostrar a todo el que le sentenció en el pasado que es fuerte gracias a su trabajo. El actor ha venido a Madrid para promocionar la película Sin City , basada en el cómic de Frank Miller, quien ha dirigido el filme junto a Robert Rodríguez. «Personalmente, no es el tipo de película que me gusta pero con ella estoy intentando retomar mi carrera», afirmó ayer el actor en un encuentro con la prensa. Sin City ha significado una oportunidad para trabajar con Robert Rodríguez, co-director, al que tiene gran respeto. «Es un hombre con muchísima integridad», indicó. Respecto a su papel de Marv, un matón abandonado a su suerte que se dedica en cuerpo y alma a vengar la muerte de su único amor, aseguró haberse adaptado «fielmente al cómic ya que los directores tenían muy claro lo que querían». Un pasado conflictivo Por otro lado, el actor admitió que no está en situación de poder elegir sus papeles. «Destrocé mi carrera y ahora trato de escoger lo mejor dentro de lo que me ofrecen», reconoció. «Pienso que si hago bien este trabajo podré tener un futuro y haré nuevas películas», añadió en un tono esperanzado. En este sentido, «el boxeo no fue lo que arruinó mi carrera», dijo. «Ocurrió que no entendía el sistema, sus políticas, el juego en el que me encontraba». Asimismo, a Rourke le costó comprender que no se trataba sólo de ser actor, sino que el cine es un negocio y se esperaba de él que llevara otros asuntos periféricos. «Ahora -aclaró- no tengo problemas con eso». El actor insistió en que el filme le ha cambiado mucho la vida porque «hacía como trece años» que nadie le ofrecía un papel por su comportamiento conflictivo. «De donde yo vengo, uno mismo hace sus propias reglas y enfrentarse así a Holywood es imposible», confesó. Asimismo, insistió en que está «muy agradecido de tener esta segunda oportunidad». Rourke, que se encuentra trabajando en una nueva película en Londres y acaba de terminar el rodaje de Domino , de Tony Scott, recalcó: «Hace diez años me dicen que tengo que venir a Madrid a hablar con periodistas y a promocionar una película y paso totalmente de hacerlo». Con estas palabras quiso demostrar que ha cambiado y madurado. Violencia de risa En su opinión, el público debe darse cuenta de que la película, susceptible de ser criticada por la violencia que la caracteriza, «es muy fiel a la obra gráfica y se concede unas licencias». La violencia presente en la cinta es «casi de risa porque siempre tengo el cómic en la mente», advirtió. «Quizá -continuó- hay gente que no ha sabido captar bien que viene de un cómic llevado a la pantalla, y se meten con la violencia». En este sentido, algo parecido ocurre en el filme El Mexicano , también de Rodríguez, en la que «el revolver sale del cinturón de la hebilla». «¿cómo te vas a tomar eso en serio?, es una broma», insistió. Cree que el éxito del filme se debe al reparto, el marketing y a que la gente joven allí sí quería ver ese tipo de película.