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Felipe IV vuelve a palacio

Centenares de visitantes pasearon en el museo con el rey mecenas, el soberano que se convirtió en el artífice del Museo del Prado al llenar de obras maestras el palacio del Buen Retiro

Unos actores acompañan la exposición «El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro»

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efe | madrid

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La recreación teatral del siglo XVII, que con el título El rey se divierte comenzó este mes en el Museo del Prado -y en la que Felipe IV pasea por su colección de cuadros del palacio del Buen Retiro- aumentó las visitas a la exposición en el segundo día de representaciones, pero suscitó leves quejas entre los más exigentes. «La idea del Museo del Prado es estupenda, aunque no está claro que éste sea un lugar adecuado para hacer teatro», señalaron algo defraudadas dos mujeres, que acabaron por desistir tras sus grandes esfuerzos para lograr seguir el recorrido y poder escuchar a los cinco actores entre la gente agolpada a su alrededor. El personal de seguridad, bastante reforzado, trata de impedir que la gente se acerque mucho a los cuadros reunidos en la exposición El palacio del Rey Planeta, Felipe IV y el Buen Retiro , la mayor obra artística de aquel monarca. De ella, hoy sólo quedan el Casón, antiguo Salón de Bailes y el edificio que alberga el Museo del Ejército, que fue Salón del Reino, además de los jardines del parque del Retiro. La muestra, dedicada a Felipe IV, reconstruye -en el IV centenario de Felipe IV (1605-1665)- la impresionante ornamentación pictórica de aquel palacio, que se levantó bajo la dirección del conde duque de Olivares, valido de ese rey del Siglo de Oro español, gran mecenas del arte. Para decorar el palacio del Buen Retiro se compraron, entre 1634 y 1644 unas 800 obras de artistas como Velázquez, Zurbarán, Ribera, Claudio de Lorena, del francés Nicolas Poussin o de los italianos Lanfranco y Domenichino, muchas de las cuales pasaron luego al Museo del Prado. Y ahora, como si saltara del lienzo, Felipe IV pasea acompañado por Mariana de Austria, su segunda esposa, mientras murmuran y comentan las pinturas que ella mira con indiferencia o desagrado en las paredes que imitan al que fuera «Salón de Reinos», entre otras salas del palacio de Villanueva, sede del Museo del Prado. Ese salón emblemático reúne -por primera vez desde que el conjunto fuera desmantelado en el siglo XVIII-, los retratos ecuestres de la familia real, cuadros de batallas y trabajos de Hércules, obras de Velázquez, Maíno, Zurbarán y Carducho, que lo decoraron en su día. Los textos de los grandes De tanto en tanto, el rey y la reina se detienen para ver la escena que sobre textos de Calderón de la Barca representan dos cómicos de la época -doña Inés Calderón y Sebastián de Prado-, ante La Rendición de Breda o Felipe IV a caballo de Velázquez, entre otros lienzos, o con las Meninas más lejos y al fondo, siguiendo la idea de envolver al visitante en el clímax artístico de la época. El propio escritor de La vida es sueño , que organizaba las actividades teatrales del Buen Retiro, aparece presentando a sus majestades y a los visitantes cuatro escenas que escribió para esos cómicos.

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