INTERFERENCIAS
El funeral
DAR UN funeral por la tele no evita consideraciones adversas en cuanto a que el dolor de quienes sufren la pérdida de un ser querido, debiera quedarse en su propia intimidad. Guste o disguste, es así. Con todo, hay excepciones. Los fallecidos en el accidente del helicóptero Cougar en Afganistán, representaban a un país y a una sociedad. Estaban a miles de kilómetros en una misión contraria a la de matar y con mandato de la ONU. Ciudadanos que optaron por las FF AA., y el destino se la jugó en la árida montaña afgana. Normal que se les ofrezca un solemne funeral de Estado. Lo dieron en directo TVE y también TVG, por el origen gallego de la mayoría de los fallecidos. La televisión está muy asociada al binómico entretenimiento-espectáculo, de ahí el riesgo de que todo lo visto en la pantalla sea tomado así. El funeral de ayer era un espectáculo, pero en el sentido más noble del término, lo que el diccionario dice como «aquello especialmente notable que se ofrece a la vista o a la contemplación intelectual, capaz de mover los afectos del ánimo». Con una realización vistosa (excepto las jugarretas del sol) y sin estridencias, la ceremonia llevó a las familias de los fallecidos, el respeto y la solidaridad de todos. De eso se trataba. También de que el oficio militar no necesariamente es sinónimo de guerra y destrucción.