El huracán

FRÍAMENTE observadas, la devastación provocada por el huracán no son muy diferentes de las vistas cuando fenómenos naturales semejantes se producen en la Florida, en Asia, o más recientemente en las inundaciones centroeuropeas. Pero el Katrina acontece en Estados Unidos y mucho cambia el asunto. En un país tan desmesurado en lo mediático, la catástrofe tenía que convertirse en un acontecimiento mundial. Y así fue. Los informativos abren desde hace varios días con el asunto y medio mundo está pendiente de las imágenes que llegan desde la zona. Como el sufrimiento invita a la solidaridad, la audiencia sufre con los ciudadanos de Nueva Orleáns y Misisipi. Sin las cámaras por testigo, poco o nasa sabríamos. Daba repelús comprobar como muchos informadores se jugaban literalmente la vida por dar en directo las consecuencias de los vientos que precedían al Katrina. Peaje a pagar para justificar sus salarios en las cadenas respectivas. Incluso al límite de la responsabilidad. Objetos volando, árboles caídos, coches destrozados, semáforos, postes de fluido eléctrico por los suelos¿ Y los reporteros estaban allí, para que la audiencia se sienta en primera línea y los directivos de las cadenas sonrían de satisfacción desde sus despachos. Así está montado el circo. Con Katrina o sin el.