Diario de León

Actor

«Cuando me llaman leyenda, saco mi armónica y toco»

El camaleónico actor encarna al personaje de Shylock en «El mercader de Venecia», una adaptación de la obra de William Shakespeare que se estrena hoy en los cines españoles

La nueva película de Al Pacino, «El mercader de Venecia», se estrena hoy en España

La nueva película de Al Pacino, «El mercader de Venecia», se estrena hoy en España

Publicado por
Angélica Martínez - los ángeles
León

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Al Pacino es ya una leyenda del cine, pero no le gusta que se lo digan. Cuando lo escucha pone cara de circunstancias, saca una armónica del bolsillo y se pone a tocar. Y eso es lo que hizo en esta entrevista. El actor, uno de los más entrañables del paraíso de Hollywood, estrena hoy en España El mercader de Venecia , una adaptación de la obra de Shakespeare en la que da vida al malvado Shylock, un oscuro personaje con el que Al Pacino demuestra una vez más que es un auténtico camaleón de la interpretación. -¿Cómo surgió esta película, una obra de Shakespeare llevada al cine? -Jamás había tenido el deseo de interpretar El mercader de Venecia , entre otras cosas porque no comprendía bien al personaje. Pero cuando leí el guión de Michael Radford y entendí de donde venía Shylock, lo que tenía detrás, empecé a ver otros elementos y pensé que tal vez sí podía hacerlo. -No deja de ser un drama del siglo XVI. -Sí, pero es una tragedia que se puede entender hoy en día, la de un hombre que tiene que adaptarse a las experiencias de la vida. Como actor tengo que interpretar lo que entiendo que le ocurre a mi personaje y encontrar una motivación personal para darle forma. Tal vez yo no hubiera reaccionado como él, pero estoy siendo Shylock y debo comportarme como él. -¿Está pensando en adaptar para el cine mas obras de Shakespeare? -Hay un par de películas que me han ofrecido. El rey Lear y Macbeth son dos posibilidades que están ahí. En este caso me atrajo la posibilidad de trabajar con Michael Radford porque es un director de cine, no de teatro, y no tenía ni idea en lo que se metía cuando empezaron los ensayos, sobre todo porque los actores que protagonizamos esta obra venimos del teatro y sí sabemos de ensayos. Él estaba completamente perdido en esos momentos, pero en cuanto se puso tras las cámaras todo cambió. -¿Cuál es para usted el mensaje de «El mercader de Venecia»? -Uno es la tolerancia. Otro que si haces algo lo tienes que pagar. Creo que en este tipo de historias no siempre hay un mensaje único sino varios, vienen a oleadas. -De todos los personajes que ha interpretado en su carrera, ¿con cuál se siente más cercano? -Iba a decir que con la historia de The George Washington, pero no la he interpretado . No puedo contestar esa pregunta, he hecho muchos personajes en mi carrera. Todos ellos son un poco míos y los quiero por igual, aunque unos están más cercanos a mi corazón que otros. Pero la realidad es que no lo sé. Yo pongo deseo y pasión en todos mis personajes. El deseo es una paradoja complicada y yo no soy lo suficientemente inteligente como para entenderlo. -¿Qué le guía a la hora de elegir un personaje? -Principalmente el director, la historia, el tipo de proyecto. Con los personajes yo me dejo llevar. Si siento que hay algo en él que me atrae, que provoca mi deseo y mi pasión me dejo enamorar por el papel. Reconozco que en ocasiones he fallado, no sin intentarlo con todo empeño. Aprendí muy pronto en la vida que como actor tratas diferentes personajes para ver si alguno de ellos funciona. -Muchos le consideran una leyenda. ¿Esa calificación le asusta? -Cuando alguien me llama leyenda saco mi armónica y me pongo a tocar ( y en ese momento saca una armónica del bolsillo y toca una canción), es lo único que puedo contestarle. -¿En qué momento de su vida se dio cuenta de que era famoso? -Fue en Nueva York, al cruzar una calle, cuando una mujer muy atractiva de melena roja se puso a mi lado, me giré, la miré para decir hola, yo estaba a punto de cruzar, y ella me contestó, «Hola Michael». Y pensé, no soy Michael Corleone pero tal vez si lo soy. Me fui a casa y me tomé una taza de té, aunque tal vez la hubiera tenido que decir que sí lo era y tal vez la historia hubiera sido diferente .

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