Cerrar

Cantar desde el alma

La soprano leonesa Marta Arce brindó una lección de poderío vocal, inteligencia y sensibilidad en el recital de la Catedral

Marta Arce en el concierto que ofreció el domingo en la Catedral

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

Creado:

Actualizado:

Ha sido un indudable acierto por parte de la organización del Festival de Órgano el invitar a la soprano leonesa Marta Arce para hacer un recital de arias de Bach, Mozart y Haendel, dentro de la programación de esta XXII edición. No sólo porque la voz de nuestra cantante ya ha adquirido la soltura, seguridad y dimensión de una experimentada soprano, sino porque cada vez son más perfectas su hondura expresiva, su potencia canora y  su  exquisita vocalidad, que le permiten encaramarse a las zonas más escabrosas de la partitura y no perecer en el intento. Aunque el comienzo del aria Flösst mein Heiland, del Oratorio de Navidad pareció indicar un leve desajuste entre acompañante y solista, ya que durante unos instantes no conseguían empastar con precisión, sólo fue una ráfaga pasajera que rápidamente  se desvaneció para comenzar ese recital lleno de belleza y expresividad hasta alcanzar momentos de una emotividad lacerante. A ello contribuyó de forma destacada el excelente organista que es Giampaolo Di Rosa, un joven intérprete italiano que posee una técnica y habilidad en los registros pasmosa y permitió a la soprano expresarse con libertad, dejando que la voz corriera ágil y clara por las naves catedralicias sin desviarla de su línea natural de canto, ni sepultarla con acordes agresivos. Sin concesiones De igual manera mostró su virtuosismo en el teclado con la difícil Tocata, de Guillou, y la desconcertante improvisación sobre el nombre de Bach, que no dejaron lugar a dudas de que nos encontramos ante un magnífico organista cuya carrera no ha hecho más que empezar. No es Marta Arce proclive a hacer demasiadas concesiones a la galería y cada programa suyo es una muestra de que sabe lo que quiere y lo que es más importante, cómo llegar. Nunca se advierte falta de preparación en sus recitales y se percibe que detrás de cada frase, de cada portamento, hay muchas horas de trabajo, de esfuerzo y de ganas de hacer música con mayúsculas. No hace muchos meses ya nos demostró sus extraordinarios progresos en el maravilloso recital que ofreció en el Auditorio al lado del tenor Ignacio Encinas y acompañados ambos por la Orqueta Ciudad de León, pero lo que escuchamos el domingo pasado en la Catedral fue una nueva y  exitosa faceta de su voz, centrada ahora en el oratorio y matizada por las agotadoras horas de trabajo que dedica a sus programas. Mientras Bach estuvo dentro de su habitual línea de canto, segura, definida y expresiva y Haendel dejó claro que su impostación, fiato y emisión tienen ya una redondez a toda prueba,  fue sin embargo con Mozart con quien Marta se mostró más conmovedora y perfecta. Su Et incarnatus est de la Misa en Do menor, fue de una gran emotividad y de un virtuosismo que no dejan duda de sus incuestionables progresos. La voz se ajustó a toda clase de ornamentaciones, tal como exige el autor y fue escalando a zonas cada vez más peligrosas en el factus sin el menor atisbo de inseguridad, de engolamiento, ni caladura, hasta hacer de este delicioso aria una suerte de lección de canto para oyentes iniciados. Un gran recital con una excelente soprano y un magnífico acompañante.

Cargando contenidos...