Diario de León

«La alambrada de Melilla recuerda a los campos de concentración»

El escritor leonés, que acaba de publicar el libro de relatos «El fulgor de la pobreza», afirma que la avalancha de inmigrantes demuestra que «el mundo está en las peores manos»

El escritor leonés en su despacho del Ayuntamiento de Madrid

El escritor leonés en su despacho del Ayuntamiento de Madrid

León

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Contundente en las ideas, impecable en el lenguaje, el escritor y académico leonés Luis Mateo Díez vuelve a adentrarse en su nuevo libro en un mundo misterioso y fascinante, que, como casi todas las grandes historias, se encuentra a la vuelta de la esquina. El fulgor de la pobreza es la tercera entrega -tras El diablo meridiano y El eco de las bodas -, de una tetralogía ( Las fábulas del sentimiento ) que espera concluir en breve. A Luis Mateo le conmueve también la otra pobreza, la que avasalla desde la frontera de Melilla. Compara esta alambrada con los campos de concentración. -¿La pobreza tiene fulgor? -Lo decía Rilke. Tiene un fulgor interior, es algo que puede nacer del alma. Hablamos de la pobreza como experiencia espiritual, no de esa otra pobreza que nos avasalla por el mundo. La pobreza, como despojamiento de los bienes supérfluos y de los excesos de la materia, tiene un fulgor de equilibrio y de desnudez. Puede ser una pasión, como dice Gamoneda en alguno de sus hermosos versos. -¿No se arrepiente de haberse embarcado en un proyecto tan grande como las doce novelas de «Las fábulas del sentimiento»? -Cumplir los proyectos a largo plazo tiene sus riesgos. Hacer doce novelas cortas que fueran fábulas del sentimiento, con una tonalidad de novelas misteriosas y, a la vez, de fábulas morales, es un proyecto que acometí con mucha claridad. Me pasó como con el vislumbre que tuve con Celama. Abría una puerta y veía que allí había un interior bueno por el que podía moverme a lo largo de unos cuantos años. En este caso, cuando ya sólo queda un libro y tengo delimitado de qué va a constar, puedo tener ya la seguridad de que lo voy a acabar. -En uno de los tres relatos de «El fulgor de la pobreza» aborda la amistad. ¿Existe la verdadera amistad? -Sí, es un sentimiento extremadamente noble. Es un afecto que sobrevive cuando se cultiva. La fábula que yo quería contar tiene que ver con esa conciencia de lo frágiles que somos. Todos hemos tenido cercana esa experiencia del amigo-enemigo. Mis fábulas cuentan más bien instantes cruciales en esa vertiente peligrosa de la amistad. -Ha colaborado con otros escritores e intelectuales en el libro «Inmenso estrecho». ¿Cómo contempla esa avalancha de inmigrantes en Ceuta y Melilla? -Me parece una tragedia terrible. Creo que es lo más grave que está sucediendo en España y en Europa. Debería ser un asunto monográfico. Lo del Estatuto, que llena los periódicos, me parece una bagatela. La inmigración es el suceso más terrible que puede estar acaeciendo hoy día y debería demoler nuestras conciencias. Creo que, en el fonfo, es la demostración más vil de lo mal que estamos gobernados en este mundo. Nos pone en evidencia a todos. Este mundo, todo él, está en las peores manos, sin duda alguna. -¿Qué cree que debería hacer el Gobierno ante esta tragedia? ¿Abrir la verja definitivamente? -Es un asunto mundial. Estamos en la sociedad del bienestar y hay unas responsabilidades con el Tercer Mundo, en las cuales hay que salvar de alguna manera esas distancias. Como no soy político, se me ocurren cosas que entran en el absurdo... En las socieades del bienestar deberíamos estar pagando todos un fuerte impuesto a beneficio del Tercer Mundo. Un tanto por ciento de lo que cobramos debería sernos descontado para que fuera donde debiera, para unos mínimos de subsistencia en otras partes. -Las imágenes de los inmigrantes jugándose la vida al saltar la valla son aterradoras, pero casi nadie quiere una avalancha de ciudadanos que pongan en peligro la sociedad del bienestar... -Lo que llama a la puerta es la desesperación. No creo que abrir las puertas para que entre el que quiera sea la solución, pero las alambradas recuerdan campos de concentración. Yo no las suscribo; a mí no me pertenecen esas alambradas ni debieran pertenecer a un Gobierno socialista. -¿Le parece bien que otorguen el Premio Nacional de Narrativa a un autor fallecido que, además, sólo ha publicado una novela? -Sí, porque es un hermosísimo libro. Morirse pronto es una gran desgracia. Alberto (Méndez) publicó un libro espléndido, con una connotación moral fuerte. El Premio Nacional es siempre a un libro, al mejor libro del año... no a la gran obra... -¿Cuándo el Diccionario de la RAE admitirá las palabras prestar o telares con el significado que les damos en León? -(Risas). Espero que los académicos leoneses poco a poco vayamos introduciendo esas acepciones tan expresivas. Lo que ocurre es que hay una pauta de admisión de palabras que se determina por el uso común. Prestar es una acepción tan hermosa que me tengo que plantear presentarla. -¿Quizá hay otras palabras leonesas que le gustan más? -No. A mí esas me gustan y las uso muchísimo. -¿Le parece bien que se haga un diccionario para entender los SMS que escriben los jóvenes? -Podemos llegar a rizar el rizo. Pero no se puede vivir de espaldas a lo que hay en la sociedad verbal y en cómo se expresa la gente. Si los jóvenes, con la tecnología en las manos, empiezan a hacer este tipo de alfabetos morse, tan penosos y suscitados por cuestiones económicas, esa mensajería se reflejará en algún sitio... No creo que nadie tenga gusto por expresarse de esa manera. -Pues los profesores dicen que ese lenguaje de los SMS se refleja también en la forma habitual de escribir de los jóvenes... -La invasión tecnológica en la comunicación nos está llevando a una reducción de la capacidad expresiva preocupante. Eso sólo se cura leyendo. -¿Entiende esos SMS? -No. Confieso que no uso móvil porque no quiero que nadie sepa dónde estoy siempre. -¿El alcalde de Madrid le consulta sobre el uso del idioma? -No. Hemos hablado muchas veces, pero de otras cosas. -A usted que le gustan las aventuras que suceden a la vuelta de la esquina, ¿no le ha tentado la historia del Bandolero de Omaña? -Hace muchos años, quizá me hubiese tentado. Me gusta la vertiente legendaria de esa historia y esperemos que alguien con más conocimiento de causa la escriba.

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